Sara Awad, cronista de Gaza
**La lucha por la libertad
**Y la dignidad humana
UNO. Historias sórdidas
Sara Awad es una chica de 21 años de edad. Ella vive en la Franja de Gaza, bombardeada todos los días y hasta en las escuelas, los temples, las casas de asistencia social, las guarderías y los cafés por Israel.
Estudia literatura islámica. Su padre, profesor universitario.
La guerra la convirtió en una cronista contando todos los días las historias sórdidas y siniestras de la guerra.
La muerte de niños, mujeres y ancianos, por ejemplo, entre tantas otras víctimas.
Desde Gaza, y desde el Internet, Sara Awad es una chica ícono y símbolo de la lucha del ser humano por la libertad y la dignidad.
DOS. En defensa de su pueblo
Sus crónicas son publicadas, incluso, en muchos periódicos digitales del mundo.
En ocasiones, uno que otro medio impreso las publica.
Más, cuando de pronto en Gaza ha aparecido un ejército de contadores de historias. La única posibilidad de estar y hacerse presentes en el mundo. Y en defensa de su pueblo.
Las crónicas de Sara Awad es un rafagueo derecho, derechito, a las neuronas, el corazón y el hígado humano.
Toma como referencia un hospital público en Gaza.
TRES. Pacientes muriendo de hambre
Médicos hambrientos luchando por mantener vivos a los pacientes.
Médicos sin equipo Sin agujas. Sin dispositivos quirúrgicos.
Cien pacientes esperando turno para una cama.
Quinientos pacientes esperando turno para ser aceptados en el hospital.
Pacientes muriendo de hambre.
Una niña de cinco años herida en un campo deportivo por el bombardeo israelí y preguntando: “¿Por qué Israel me atacó?”.
Con la guerra del presidente ruso, Vladimir Putin en Ucrania y la guerra del presidente de Israel, Benjamín Netanyahu, aliado del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el par de guerra devastadoras hoy en el planeta.
Putin y Netanyahu comparados a Adolf Hitler y José Stalin en su momento estelar.
Hitler, con los seis millones de judíos y de los cuales un millón eran niños asfixiados en sus cámaras de gases.
Stalin, con veintiocho millones de rusos muertos en el campo de batalla, además de los miles y miles de rusos secuestrados en las madrugadas en sus casas y desaparecidos y asesinados en un bosque y sepultados en fosas clandestinas.
CUATRO. La familia de Sara Awad
Sara Awad contado la historia de su familia, obligado como tantos miles, a dejar la franja de Gaza para ser ubicados en campos de concentración nada más porque así lo dispuso el presidente de Israel.
El objetivo, evitar que Palestina sea reconocida como una nación.
Libre. Independiente. Soberana.
CINCO. Dormir en la calle
De vivir en una casita en Gaza, Sara y su familia viven hoy en una tienda de campaña de dieciséis metros cuadrados.
En tanto, miles de gazatis, apenas, apenitas, pudieron quedarse a vivir y dormir en la calle.
Todos, desplazados.
Todos, con miedo y temor y pánico y “miedo al miedo”.
Y todos los días y noches escuchando el bombardeo.
Sara Awad y su familia son palestinos, como Jesucristo.
Y Gaza, la ciudad donde han vivido toda la vida, en hebreo significa ciudad fuerte. La ciudad más grande de los filisteos. (lv)