El senador Manuel Huerta y Ladrón de Guevara, por ejemplo, festinando que la gobernadora tenga voluntad para someterse a la revocación de mandato.
Y que, por cierto, tanto cacareara el expresidente Andrés Manuel López Obrador y sin nunca, jamás.
En tanto la gobernadora revirando su postura:
Que la revocación del mandato también incluya a los Senadores de la República y en clara alusión, ajá, a Manuel Huerta, y quien de paso por segunda ocasión recibe el desdén y el menosprecio oficial con la girita de su amiga, la senadora Laura Itzel del Castillo, hija del gurú político, social y moral, el maestro Heberto Castillo Martínez.
Y el diputado local, con formación jesuita y zapatista del sub-Marcos, Esteban Bautista, jefe máximo de la JUCOPO, aquella manejando el erario, precisa su filosofía: “Yo traigo otros temas”.
El asuntito, en el ring. Y las partes con los guantes puestos.
En el fondo late “la cruda verdad”:
Once meses después de la era Nahle, el año casi casi se ha ido en declaraciones periodísticas, digamos, sobre temas del día.
Discursitos “para salir del paso”.
Intercambio de rafagueos con los opositores, adversarios y enemigos.
Vendiendo el futuro como si fuera realidad presente.
Anunciando programas federales en Veracruz y como propios.
Empujando los festivales patronales y religiosos en cada pueblo, igual, igualito, como en una parte del viaje sexenal del antecesor.
Cacareando lo que acaso algún día bien podría realizar en materia social.
Repitiéndose a sí mismo que “vamos a exterminar los feminicidios”.
Y “vamos a exterminar el analfabetismo”.
Y que la violencia ha disminuido, “mucho, muchísimo”.
Y que si por ahí se registran sucesos violentos son “hechos aislados”.
Ejerciendo el poder y gobernando, pero sin ninguna obra pública concreta y específica y trascendida a nivel regional.
“Tapando el ojo al macho” con el concurso estatal (que no internacional como le llamaron) de bolero.
Y bailando al ritmo de un bolero en el Teatro de la Reforma en la ciudad jarocha.
Y rechazando señalamientos, incluso, del huachicol.
Por eso, y entre otros hechos y cositas, el intercambio de dimes y diretes sobre la revocación del mandato parece elemento distractor.
En el sexenio de Agustín Silvestre Acosta Lagunes, siempre el trascendido de que durante unos meses, unos años, el presupuesto oficial estaba “sudando” en el mundo bursátil.
Y, claro, sin traducirse en obra de infraestructura y que luego fue de primera magnitud, entre otras cositas, construyendo puentes.
Los seis años de Andrés Manuel López Obrador se fueron y nunca la revocación de mandato y tan cacareada.
Ahora, en el llamado Segundo Piso de la Cuarta Transformación en el palenque jarocho.
Puro rollo. Chorizo. Estafa política. (lv)