Entonces, caray, lo mejor está (y si las circunstancias lo permiten) en renunciar a la chamba… Y/o en todo caso pedir al jefe lo cambie de adscripción… Y/o mantenerse lo más lejos posible…

ROMPEOLAS: Y, bueno, si la violencia es inevitable, también la convivencia con una persona ególatra… También les llaman los Yo-yo… Y los Yo-yo porque llegan a creerse “la mamá de todos los pollitos”… Peor aún, tantas mentiras suelen repetir que hasta las dan como un hecho, una verdad universal… Peor, mucho peor, si el Yo-yo es jefe de una oficina, un departamento, un taller… Y/o en todo caso, el jefe máximo… El gerente general… El presidente municipal… El secretario de Estado… El director de una dependencia… Entonces, ni hablar, solo queda resignarse porque cada día laboral significa un infierno… “El infierno tan temido”…

ARRECIFES: Y ni modo, “la vida es así y qué le vamos a hacer”… Los Yo-yo existen, por desventura, en todas las familias… Y como dicen por ahí, “hasta en las mejores familias”… La egolatría es propia de la naturaleza humana… Digamos, como el amor y el desamor… El resentimiento y el perdón… La alegría y la tristeza… La felicidad y el dolor… Las vacas gordas (tan pocas en la vida) y las vacas flacas (las más)…

ESCOLLERAS: Vaya, la egolatría ni siquiera puede quitarse entrando de rodillas a la Basílica y con los brazos extendidos al cielo y los ojos virolos en trance esotérico… Digamos, como las personas tóxicas, el concepto tan socorrido hoy… Por eso, y entre otros hechos y cositas, antes, mucho antes de aceptar un novio, una propuesta matrimonial, una amante, ha de escudriñarse su pasado y presente para conocer a la persona en su exacta dimensión… Una persona ególatra significa una carga demasiada pesada y sobre un camino de espinas, cardos y abrojos… Y derecho, derechito al Gólgota al que todos estamos condenados…

PLAZOLETA: Los Yo-yo son inmortales… Siempre existirán… Y siempre fregarán la vida, los días, las noches y el destino… Y por más y más se le pida al Ser Superior que de ellos nos libre, Dios está ocupado en otros graves pendientes y le falta espacio y tiempo para escuchar… Y ni modo, solo resta formarse una concha dura, muy dura, en la piel para evitar desaguisados… Es más, la Biblia dice que si por ahí una persona se topa con un frívolo, un soberbio, un ególatra, lo mejor es huir pues en ningún momento significa un pecado mortal… Así sea, incluso, un familiar… (lv)