las Cumbres de Maltrata son el reino de Luzbel.
El Luzbel representado por los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros, malosos y malandros.
El fin de semana, un ADO fue asaltado.
Ocho pistoleros con armas de alto poder.
Seis treparon al autobús. Dos quedaron vigilantes en la carretera.
Los pasajeros atracados con su dinerito en efectivo, tarjetas de crédito, anillos, cadenas, aretes y celulares.
¡Ah!, y en vez de que el ADO precisara los hechos se aplicó la secretaría de Seguridad Pública.
El ADO, ponchado.
Sabrá el chamán… en el “Veracruz de moda”.

DOS. “Hechos aislados”…

Claro, la filosofía política, social y policiaca del gobierno del Estado es que si por ahí concurrieran sucesos de violencia simplemente se trata de “hechos aislados”.
Muy aislados, pues en Veracruz y “en materia de seguridad vamos bien, muy bien”.
Pero, bueno, después de tantos desaguisados en las Cumbres de Maltrata la conseja popular gravita alrededor de un hecho concreto y específico.
Es decir, blindar la carretera.
La vigilancia de las policías municipales y estatales.
Y de la Guardia Nacional.
Y de los soldados.
Y marinos.
Y por turnos, claro, claro, claro.

TRES. Habilitar otros caminos

Incluso, y aunque parezca una ocurrencia, cerrar las Cumbres de Maltrata y caminos anexos y conexos a la circulación.
Más dada la creciente tensión, miedo, “miedo al miedo”, pánico, terror, cuando la gente se ve obligada a circular.
Más cuando los concesionarios del transporte público de carga han denunciado y documentado cientos de casos donde sus unidades han sido atracadas.
Y saqueadas.
Sobre todo, el ADO debiera cavilar la conveniencia de suspender los viajes de ida y vuelta a la Ciudad de México por las Cumbres de Maltrata.
Y, claro, las empresas locales y regionales de pasajeros.

CUATRO. Un infierno llamado Maltrata

En las Cumbres de Maltrata se concita todas las circunstancias para el asalto.
A, en despoblado.
B, la neblina.
C, la carretera accidentada. Y a vuelta de rueda, por lo regular.
D, la ausencia policiaca.
E, los carteles y cartelitos atacando en montón. (Los ocho sicarios contra el ADO la semana anterior, por ejemplo)
F, luego de tantos asaltos, ninguna autoridad vigilante.
De hecho y derecho, como si a la autoridad le valiera garantizar la seguridad en la vida y los bienes como lo establece el denominado Estado de Derecho.

CINCO. No pueden. No quieren…

En todas y cada una de las regiones de Veracruz “el infierno tan temido”.
Unas más y otras menos, pero en todas.
Un Veracruz estremecido por los tiros, los balazos, los asaltos, el saqueo y el asesinato.
Lo único que por ahora y desde hace tiempecito ha registrado un desarrollo exponencial son los cementerios en cada pueblo.
Y los caminos y carreteras, los pozos artesianos de agua dados de baja y los ríos y lagunas y hasta el Golfo de México convertidos en panteones de los malos.
La vida, un infierno.
Un infierno llamado Veracruz.
La autoridad, en el principio de Peter.
No pueden.
No quieren. (lv)