Políticos asesinados
**Todos, en la impunidad
**Modelo Gutiérrez Barrios
UNO. Crímenes impunes...
Políticos asesinados en Veracruz. Y en la impunidad.
Benito Aguas Atlahua. Diputado federal. El 9 de diciembre del año 2024. El primero del sexenio que comenzaba.
(Por cierto, a los siete días como gobernador Fernando Gutiérrez Barrios, el cacique de Huayacocotla, Luis Rivera Mendoza y sicarios, emboscaron y mataron a una familia. El padre. La madre. Y embarazada. Y dos hijos menores.
En la madrugada del día siguiente, el comando policiaco de don Fernando llegó a Huayacocotla. Y en un dos por tres detuvieron al cacique y pistoleros. Y al penal de Pacho Viejo).
Germán Anuar Valencia. De MORENA. Alcalde de Coxquihui.
Yesenia Lara González. Candidata de MORENA a la presidencia municipal de Texistepec.
Esteban Alfonseca, expresidente municipal de Actopan.
Edmundo Martínez Pérez, exregidor en el Ayuntamiento de Actopan.
Carlos Nery. Secretario en el Ayuntamiento de Paso del Macho. Y al lado de su hermano, también ejecutado, Juan Daniel.
DOS. Que detenido asesino solitario
Manuel Andrei Gamboa Soto. Director de Gobernación en la Comuna de Ciudad Mendoza. Y ejecutado en el polvoriento Ixtaczoquitlán.
Vladimir García Soriana. Director de Obra Pública en el municipio de Ixtaczoquitlán. Asesinado en Córdoba cuando manejaba su automóvil.
Antonio Huesca Figueroa. Director del penal de Tuxpan.
René Vergara. Director del penal de La Toma, de Amatlán de los Reyes.
Nueve en total. Faltan tres. Parece.
Todos, se repite, en la impunidad.
¡Ah!, en un solo caso, Benito Aguas, que detenido meses después el tirador solitario, aquel que desde una motocicleta andando disparó a la camioneta donde viajaba el legislador federal, y con tanto tino y habilidad que mató al interfecto y a un amigo que lo acompañaba.
TRES. ¿Y el homicida intelectual?
Cosas de la vida penitenciaria y la procuración de justicia:
Desde cuando el tirador solitario de Benito Aguas, fue aprehendido, nada, absolutamente nada, ha trascendido sobre, digamos, el interrogatorio.
Y el proceso penal consabido.
Más porque el tirador detenido fue, digamos, el asesino físico.
Pero… ¿y el asesino y/o asesinos intelectuales?
¿Y por qué lo habrían ordenado matar?
¿Y cuánto cobró el asesino solitario por segar una vida?
El silencio y la omisión y que vuelve quisquilloso al ciudadano de a pie y motorizado y sencillo y común.
CUATRO. Justicia, a paso de tortuguita…
Así, tal cual, a paso de tortuguita camina la aplicación de la justicia en Veracruz.
Peor aún:
“La cruda verdad” de que cada crimen hace olvidar el anterior y el anterior y el anterior.
Y de pronto, estamos ante un tsunami fuera de serie, extraordinario, y los expedientes anteriores terminan, digamos, en el archivo muerto.
Y como, entre otros, ningún diputado local se ocupa del Veracruz turbulento y huracanado, entonces, resulta peor.
Más, cuando la mitad del mundo político y casi casi la otra mitad tiene a la fiscal general en la mira para tumbarla.
CINCO. Noche negra de Veracruz
Por eso, y al lado del desempleo, el subempleo, los salarios pichurrientos, la migración a Estados Unidos, la miseria, la pobreza y la jodidez, la procuración de justicia (“pronta y expedita”, ajá) significa el más duro y rudo jinete del Apocalipsis en el tiempo inmaculado y sacrosanto del “Veracruz está de moda”.
Ahora, los feminicidios en el primerísimo lugar de la violencia inderrotable.
Luego, los secuestros.
Las desapariciones.
Las extorsiones.
Las fosas clandestinas.
Y los asesinatos.
Y los crímenes de políticos en el ranking más desarrollado, de igual modo como cuando en el sexenio de Javier Duarte, los objetos y sujetos de la violencia fueron los diecinueve trabajadores de la información ejecutados. (lv)