Pifia de Ricardo Ahued
**De nada sirve el perdón
**Desaparecidos 8 policías
ESCALERAS: El secretario General de Gobierno la está pifiando. Sin sensibilidad política, de poco o nada le ha servido su incursión pública luego de vender plásticos su vida anterior. Por ejemplo:
En Úrsulo Galván presidió una ceremonia que para recordar a los ocho policías secuestrados y desaparecidos en el sexenio de Javier Duarte.
Y, claro, claro, claro, para solicitar disculpas a los familiares.
Y entronizar a los ocho policías en el altar de la patria, digamos, como héroes civiles.
Ta’gueno.
Pero, de entrada, la desaparición forzada es un delito de lesa humanidad que nunca, jamás, jamás, jamás, prescribe.
Y el gobierno del Estado está obligado a seguir la huella y la pista de los ocho policías desaparecidos.
Todo indica, en alianza de políticos, funcionarios públicos, jefes policiacos y carteles, sicarios y malandros.
PASAMANOS: Nada, absolutamente nada, se gana con pedir disculpas a los familiares.
Ni tampoco asegurando que las tribus políticas de entonces ultrajaron los derechos humanos.
Ni enlodar a los siguientes gobernadores (Miguel Ángel Yunes Linares y Cuitláhuac García Jiménez) con el desaseo en la procuración de justicia.
Los familiares y la población de Veracruz, los ciudadanos que suelen votar en las urnas, necesitan rastrear la pista de los ocho policías para, entre otros hechos y cositas, determinar lo que pudo haber pasado.
CORREDORES: Por ejemplo: Los motivos para que los políticos y narcos los secuestraran y desaparecieran.
Y, bueno, registrado el secuestro hace trece años, el posible destino y paradero de cada uno.
Y desde luego, escarbar hasta debajo de las piedras el nombre y la identidad de los políticos y narcos involucrados.
El comandante policiaco en la zona. El jefe del comandante policiaco. La alianza suscrita entre jefes policiacos y los narcos.
Y, bueno, quizá, el involucramiento de las autoridades estatales más arriba.
El silencio del presidente municipal de aquel entonces y los sucesores dando la espalda a los familiares.
BALCONES: Es el mismo caso, por ejemplo, de que Clemente N. fue condenado a 32 (treinta y dos) años y medio de cárcel por la Fiscalía General por el asesinato del periodista Moisés Sánchez, director del periódico “La Unión” de Medellín.
Preso Clemente N., digamos como el asesino físico.
Pero… ¿y el asesino (s) intelectual (es) del homicidio de Moisés Sánchez?
Justicia a medias, simplemente.
PASILLOS: De nada sirve pedir disculpas y más cuando fue ordenado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos en ceremonia en Úrsulo Galván.
Tampoco de nada sirve un minuto de silencio, ajá.
Menos, una plaquita conmemorativa de la muerte de los ocho policías con sus nombres en el pueblo.
Se insiste: la desaparición forzada “es un delito de lesa humanidad que nunca prescribe”.
A propósito, un día más del asesinato de la primera periodista en la era Nahle, Avisack Douglas Coronado, el 21 de mayo, 2025, en Rodríguez Clara.
Y un día más del secuestro y desaparición del periodista Miguel Ángel Amaya, director del periódico digital “Pánuco Online”, en Pánuco el 13 de abril, 2025.
La administración de justicia en la era Nahle. (lv)