Entonces, suele vivirse y padecerse el camino al infierno trotando sobre espinas, cardos y abrojos y derecho, derechito, al Gólgota personal y social que todos tenemos…

ROMPEOLAS: En el banco, por ejemplo, resultan admirables las chicas que con toda la paciencia y hasta con una hermosa sonrisa exhibiendo unos dientes bien parejitos, impecables en su blancura, bien vestiditas, insisten una y otra y otra vez en colocar el dedo índice derecho y/o el izquierdo y/o el dedo anular izquierdo y derecho en el detector (digamos, ajá) de mentiras… Y si las pruebas fracasan, ellas insisten como si fueran ángeles de la paciencia, la prudencia y la tolerancia…

ARRECIFES: Indicativo, luego de varias acometidas, las chicas del banco suelen preguntar el nombre de su ejecutivo de confianza… Y si uno se acuerda, ellas lo llaman y le piden que por favor, por favorcito, rindan testimonio de que la persona, en efecto, se llama como dice llamarse pues lo conoció cuando abrió su cuenta… Y de ser así, la ejecutiva aporta su huella digital y santo remedio… El infierno cuando la ejecutiva fue trasladada a otra oficina… Y/o de plano, la despidieron el día anterior… Así, únicamente queda revisar la biografía del cliente en el banco para confirmar el número de años con su cuenta en tal banco… Y que el gerente se apiade si buen corazón tiene… Y Dios mediante, amaneció de buenas…

ESCOLLERAS: En la banderilla policiaca es mucho peor… Con todo y mostrar la credencial del Instituto Nacional Electoral, INE… Y exhibir la credencial de la fábrica, industria, empresa y changarro, una fondita de picadas y gordas, donde se elabore… El policía vive obsesionado con cumplir la regla y lo único valedero y aceptable es la huella digital… Y ni modo, resignarse a pasar el día y la noche en el separo… Y es que cuando la huella digital se borra ni Dios Padre salva…

PLAZOLETA: Lo más cardiaco y tenso es la huella digital en el banco… Por eso, la conseja popular es que nunca, jamás, jamás, jamás, ha de perderse la huella de la ejecutiva de confianza… Y si a ella la cambian, seguirla a la otra oficina… Y si están a punto de despedirla, ojalá y tuviera espacio y tiempo para recomendar con otra, la sucesora, por ejemplo… Por ahora, ningún tratamiento médico para reforestar la huella digital en los dedos… Y, bueno, mucha, muchísima suerte a todos… (lv)