y procuración de justicia… Y si se les observa que a los setenta, ochenta años de edad, la vida manifiesta que todo es, ha sido y será un sueño, entonces, sonríen… Y advierten que, bueno, los ancianos vivieron su vida y los chavos tienen el legítimo derecho de soñar…

ROMPEOLAS: Ta’gueno… Y, claro, lo escribió aquel poeta español, “la vida es un sueño”… Y mujeres y hombres pueden soñar con mundos difíciles… Incluso, en el movimiento estudiantil del 68 en Francia (el primer en el mundo en aquel año duro y rudo), los alumnos de Nanterre escribieron en las paredes de las escuelas y salones de clases que estaba prohibido prohibir el derecho a soñar… Vaya, en otras paredes escribieron que de jóvenes han de soñar con lo imposible, porque sueños así son cien por ciento revolucionarios…

ARRECIFES: Muchos años después, los seres humanos descubren y confirman y vuelven a confirmar el mundo utópico vivido… Es más, hasta advirtiendo que apenas, apenitas, pudieron ellos cambiaron sus vidas… Y cambiar para mejorar y enaltecer los días y las noches de los suyos… Sus padres… Su pareja… Los hijos… Los primos, quizá… Los tíos, acaso… Y si Miguel de Unamuno escribió que “nada humano me es ajeno”, entonces, aquellos muchachos soñando con transformar el mundo se detuvieron en el cambio de sí mismos… Incluso, hasta aprendiendo a replegarse…

ESCOLLERAS: Algunos hombres extraordinarios soñaron con otro mundo… Adolf Hitler con la raza pura… José Stalin como dueño de Rusia… Francisco Franco con perpetuarse en la dictadura militar española… Igual, igualito, Benito Mussolini con su imperio y emporio italiano… Y todos, sin excepción, fracasaron… Y estaban ultra contra súper dotados para la maldad… Ernesto el Che Guevara triunfó en la revolución cubana al lado de los hermanos Castro Ruz… Y cuando soñara con otros Vietnam en el Congo, Bolivia y Argentina, fue detenido por unos soldados bolivianos y uno de ellos le pegó el tiro de gracia… Y el Che fracasó en su sueño de transformar el mundo…

PLAZOLETA: Vaya, y para terminar pronto, Jesucristo fue crucificado a los 33 (treinta y tres) años de edad en el Gólgota… Y muchos siglos después, los diez mandamientos de la Ley de Dios (“Amaos los unos a los otros”) ha terminado en las peores tragicomedias… En su lugar, el apotegma aquel de que “el hombre es el lobo del hombre”… Pero, bueno, allá los chicos soñando… En todo caso, la juventud, dice el sicólogo, es el único espacio para tener ideales, quimeras y utopías… (lv)