Ayer, en Xalapa, marcha de taxistas reclamando justicia por su crimen, aun cuando, claro, claro, claro, la versión oficialista es que murió de un infarto.
Infartada luego del sustazo.
En un video, diez sicarios encapuchados la tienen arrodillada. Y ella leyendo un documento y lanzando después avisito parroquial a los taxistas:
“Compañeros, paguen su cuota como debe ser o van a terminar como yo”.
Entonces, Nahle, la góber, “lanzó su espada en prenda”…
Y dijo a la prensa: “Mayoría de hechos violentos (en Veracruz), ajenos a estructuras del crimen organizado”.
Ta’gueno.

DOS. Defendiendo a los carteles…

Primero, fue AMLO, el ex presidencial, en asegurar que para el sicariato “abrazos y besos porque también son seres humanos”.
Después, saludó de mano a la madre de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, sentenciado a cadena perpetua en Estados Unidos.
Ahora, insólito (digamos, caso mimético), la góber “más jarocha que ‘La bamba’”, todo indica, parece, posibilita, defendiendo a los carteles.
La violencia en Veracruz (feminicidios, fosas clandestinas, secuestros, desapariciones, desaparición forzada, asesinatos, decapitados, etecé, etecé) “ajena a estructuras del crimen organizado”.
Es más, de acuerdo con Nahle, la profe Irma Hernández en ningún momento murió por balazo de los malos, sino por un infarto.

TRES. El mundo maravilloso de Nahle

Todavía más: Por aquí filmado el video y lanzado al mundo cibernético donde los malos tenían hincada a la profe, maravillas de la vida policiaca, llegó el Ejército, dice Nahle.
Y a tiempo. En tiempo y forma.
Y los malandros salieron huyendo, despavoridos, antes, mucho antes, caray, de ser aprehendidos.
Y/o en todo caso, de armarse el fuego cruzado, los tiros, los balazos, los rafagueos, las bombas molotov.
Los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros, malosos y malandros, defendidos, todo parece, desde la silla embrujada del palacio.
Dichoso y feliz estará Andrés Manuel López Obrador en su finca en Chiapas y blindado por el ejército como estable la ley.

CUATRO. Riñas, pasiones y delincuencia común…

En Córdoba, Nahle se ocupó del asuntito de la violencia.
Dijo (La Jornada-Veracruz):
“Se han presentado cinco homicidios en los últimos cinco días.
Pero son casos distintos, como riñas, temas pasionales o delincuencia común.
Los hechos delictivos recientes no son del crimen organizado”.
Allí queda el testimonio el viernes 25 de julio del primer año sexenal en la página 3, parte inferior, luego de la llamada en la portada y a ocho columnas.

CINCO. Cada uno mira lo que desea mirar…

Entonces, ya lo saben el Santo Papa y el jaranero de la iguana y los reporteros de policía, si hay muertitos en Veracruz se deben a tres causas universales.
La primera, riñas.
La segunda, temas pasiones pues aquí en el territorio jarocho se ama con intensidad y locura afiebrada.
Y la tercera, la canija y desbordada delincuencia común.
Ni hablar, cada uno mira lo que desea mirar. (lv)