Museos para perritos
**En Nueva York y París
**Paseo cultural
UNO. Museos para perros
Primero fue en Nueva York. Ahora, en París. Cada ciudad con un Museo para Perros. Los perritos, los personajes centrales. Un museo donde los dueños pueden llevar mascotas a dar la vuelta. Incluso, para que los niños jueguen con ellos. Y los cepillen.
Y paseen.
En el museo en París, esculturas, grabados, pinturas y tapices sobre perritos.
Incluso, simples y sencillos botones con los cuales se han entretenido en sus casas.
Vaya, exhibida una perrera del tiempo del emperador Napoleón Tercero.
Miles de parisinos en la apertura. De entonces a la fecha, número incalculable de turistas del mundo. Atraídos, claro, por la novedad. La moda. Los perritos de moda.
DOS. Señoras animalistas
¡Bendito el Ser Superior que el presupuesto público en ambas ciudades ha permitido construir y habilitar un museo para perros!
En Veracruz, por ejemplo, hay señoras animalistas. Unas, insólito e inverosímil, han llegado a tener en su casa hasta 50 perritos.
En Alvarado, la famosa Isla de los Perros.
Una rescatista vela por 300 gatitos salvados de las calles.
Un refugio que atiende a 300 perros y gatos.
Hay fines de semana cuando en las plazas comerciales las señoras organizan una pasarela de perritos para ser adoptados.
Incluso, perritos levantados en las calles y pasados a mejor vida con una adopción.
TRES. Los perritos de “El Indio” Fernández
En el siglo anterior famosas las películas de Emilio “El Indio” Fernández sobre la revolución.
En muchas escenas, el jefe de un comando, una guerrilla, una tropa, montado en el caballo.
Y atrás, caminando, su pareja. Y un perrito a un lado. Y el perrito contento y dichoso moviendo la cola.
Más famoso el escritor Ernest Hemingway quien en su Finca Vigía en Cuba procuraba a unos cincuenta gatitos.
Y el escritor mexicano, Carlos Monsiváis con trece gatitos y los que al morir fueron repartidos entre los amigos para llevar a casa.
CUATRO. En 50 años quizá…
Al paso que vamos en México quizá, quizá, quizá, dentro de unos cincuenta años bien pudieran construir un museo de perritos.
A tono, digamos, con la profecía bíblica del escritor Alfonso Reyes de que el país siempre llega a la civilización con medio siglo de atraso.
Acaso por ahí algún magnate a quien le sobre el billete financiaría el museo para perritos. O gatitos si fueran de su preferencia.
Desde luego, también podría la Asociación de Animalistas de México.
Hasta unos narcos amantes de los perritos.
CINCO. Los perr-hijos…
Hay familias con un solo perrito como mascota para todos.
En otras familias llegan a tener un perrito por persona. Y en esas hasta seis, siete perritos en casa.
Vaya, los denominan perr-hijos.
Cada uno, pues, con sus gustos, preferencias, debilidades y pasiones, digamos, animalescas. (lv)