Veracruz huracanado
1 (Malandros secuestran a un policía)
¡Vaya fuego cruzado en la carretera de La Tinaja a Ciudad Alemán!
Los malandros contra los policías estatales.
Resultado fatídico para la corporación oficial:
Un policía, subdelegado, muerto.
Otro poli, herido.
Y otro más, secuestrado.
Lo conocen con la clave de "Pantera".
Los sicarios se lo llevaron.
Los duros y rudos días y noches, semanas y meses, polvorientos, huracanados y torrenciales de Veracruz.
Los carteles y cartelitos, la delincuencia organizada, adueñándose del territorio jarocho.
Y en los cuatro puntos cardinales.
Y la policía, consciente de que puede perder la vida en un agarrón.
Sabrá el chamán la fecha cuando Veracruz empezó a joderse con los carteles, igual, igualito como en el resto de la nación.
Los policías en la Cuenca del Papaloapan intentaron frenar el robo de un tráiler.
Pero el saldo es fatídico.
Palabras mayores, claro, el asesinato de un elemento.
Y otro más herido.
Pero más, mucho más, el policía secuestrado.
Y hasta donde se recuerda si bien se recuerda, se trata del primer caso de un policía secuestrado por los malandros.
Y vaya a saberse el trato que le estén dando.
Digamos, de pronóstico reservado.
De entrada, quizá valdría la pena un gran operativo de inteligencia para que, en conjunto, la policía municipal y estatal, la Guardia Nacional, los soldados y los marinos peinaran la Cuenca del Papaloapan.
Y aplicaran la ley.
Y sin restricciones.
De por medio está, primero, la vida de un policía.
Segundo, el tsunami de inseguridad, incertidumbre y zozobra y que por ninguna circunstancia para.
Tercero, la vida sin sobresaltos en el Papaloapan.
Cuarta, garantizar la seguridad en la vida y los bienes como lo establece el llamado Estado de Derecho.
Además, claro, claro, claro, ni modo que los carteles continúen saliéndose con las suyas.
Es hora, simplemente (y desde hace ratito), de apretar las tuercas.
Palabras superiores cuando un jefe policiaco es asesinado.
Y un policía secuestrado.
Y por los malosos.
Y otro policía herido.
Más, mucho más expuestos quedan, por añadidura, los ciudadanos de a pie y motorizados.
2 (Llevamos quince años así...)
Dura y ruda la lucha policiaca contra los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros, malosos y malandros.
Mínimo, en Veracruz, desde hace unos quince años un feroz combate entre las partes creando y recreando el infierno.
Un ejército policiaco contra, digamos, un ejército de malos.
Y lo peor, cada vez pareciera que el ejército de los malos se multiplica al infinito.
Incluso, y con más de veinte policías asesinados en esta feroz lucha, pareciera que del lado oficial están concentradas las pérdidas de elementos.
Se ignora, por ejemplo, el número de sicarios que han perdido la vida en el fuego cruzado.
Y el número de encarcelados.
Pero a primera vista, en la lucha del bien y el mal pareciera que el mal va ganando.
Y si los carteles, anexos y conexos, siguen aquí, en el territorio jarocho, de seguro tendrán razones superiores. (lv)