Pueblo sublevado
1 (Encorajinados, sus armas, piedras y machetes)
Armados con piedras y machetes, cubierto el rostro con pañuelos y bufandas, los vecinos de Omealca rodearon la patrulla de los marinos.
Un marino apuntó el rifle en contra de un hombre.
Pero la población irritada y enfurecida porque los marinos revisaban los contenedores usados en el huachicoleo, lanzaron piedras contra la patrulla.
Y rompieron vidrios.
Entonces, sonaron y resonaron los disparos al aire.
Eran los marinos para replegarlos. Incluso, para someter a parte de los vecinos de la comunidad.
Mejor escrito, para someter la indignación crónica.
Luego, los marinos treparon a la patrulla y se fueron. Es decir, huyeron. Y huyeron en el vehículo dañado.
Fue el jueves 26 de junio.
En Omealca, la puerta de entrada a la montaña de Tezonapa, Veracruz, y Cosolapa, Oaxaca.
La tierra donde en el siglo pasado germinara el cacique y pistolero, Toribio “El toro” Gargallo.
Y en donde de igual modo se afirma que los carteles tenían un campo de entrenamiento.
Incluso, que hasta el subcomandante Marcos había pasado por ahí para entrenarse en otro espacio fértil.
Allí donde en el sexenio de Javier Duarte fue secuestrado, asesinado, decapitado y arrojado el cadáver de un reportero sobre las vías del tren.
Y en donde los cadáveres son tirados en el camino y a orilla de los cañaverales.
Y arrojados a pozos artesianos de agua dados de baja.
Y allí donde el ex secretario General de Gobierno, Éric Cisneros Burgos, presentara uno de sus libros una tarde lluviosa festinando la venta de dos mil quinientos ejemplares.
Y rodeado de un trío de chicas mulatas con caderas más pronunciadas que la chica de Ipanema.
Y de Shakira, claro.
Lo decía el capitán Fernando Gutiérrez Barrios:
“Si es mediodía y con sol y el pueblo dice que es medianoche… hora de prender las farolas”.
Lo decía don Amador Beltrán, el mejor chef de tamales en Soledad de Doblado y la comarca: “Hay que medirle el agua a los tamales”.
“Haiga sido como haiga sido”, con razones sociales o sin razones, la sublevación en Omealca ha significado, por ahora, y en la era Nahle, la más ruda y dura reacción de unos vecinos.
Tan bravos, por ejemplo, como los vecinos de Soledad Atzompa, en la montaña negra de Zongolica, cuando en el sexenio de Cuitláhuac García, se encendieron y secuestraron a seis plagiarios y los lincharon.
Y varias semanas después, Cuitláhuac llegó a la cabecera municipal, nunca a la comunidad efervescente, blindado por veinte patrullas policiacas y un helicóptero con policías armados.
Tan bravos como los vecinos de Soteapan, en el sur de Veracruz, cuando tomaran (una vez más) la presa Yuribia.
Y Cuitláhuac, el Rey de la Salsa y el Danzón, llegara blindado por elementos policiacos y les dijera que le entregaran la presa porque él también era indígena, como ellos.
Indígenas también sus cinco hermanos pues todos tienen nombres aztecas.
La vida pública, entonces, en el llamado “Segundo Piso de la Cuarta Transformación” es así.
Crujiente.
Cardiaca.
Expectante.
(La nota de Omealca, una exclusiva del periódico digital, alcalorpolítico).
2 (Los de arriba y los de abajo)
En otros pueblos de Veracruz también hay sublevación. Digamos, y en niveles diferentes. Pero parte de los gobernados… con la indignación crónica.
En suma, protesta y demanda de servicios públicos ofrecidos.
Padres de familia reclamando maestros para sus hijos.
Demarcaciones, como de Soledad Atzompa, con marcha a Xalapa exigiendo obra pública.
Vecinos bloqueando calles y avenidas por la escasez del agua potable. En muchos casos, más de quince días. Y con la temporada de calor.
Colectivos, integrados con padres con hijos secuestrados y desaparecidos, recordando la impunidad.
Familiares de tantas mujeres feminizadas esperando justicia.
Vecinos de colonias populares y barrios y calles en vigilancia permanente contra los rateros y ladrones de casas y oficinas.
La legítima lucha social para enaltecer la calidad de vida.
Digan lo que digan “los de arriba”, porque “los de abajo” están en la miseria, la pobreza, la jodidez, el desempleo, el subempleo, los salarios pichurrientos y la migración a Estados Unidos como única, única, única posibilidad de “pequeñas alegrías”.
En Omealca, el decibel más alto, por ahora, de la rebeldía y la protesta social.
Todas las tribus gobernantes necesitan operadores políticos para calibrar el ánimo social. (lv)