¡Ay, Jorge Manzo Denes!
1 (Su estrategia para la rectoría de la U.V. ha fallado...)
El doctor Jorge Manzo Denes ha perdido por tercera, cuarta ocasión la rectoría de la Universidad Veracruzana, UV.
Y sigue pataleando.
Ahora, convocando a una marcha hoy miércoles ante el edificio central de la UV.
Y todos vestidos de negro en señal de luto por la muerte de la ética, la autonomía y la independencia
con el Inmaculado y Santo Dedazo de la Junta de Gobierno a favor del doctor Martín Aguilar Sánchez.
Se antojan simples berrinches.
Más, cuando en un comunicado sopesa y cavila que aún es tiempo de un revire para evitar se consuma la decisión de los siete notables de la Junta de Gobierno.
Con todo, todo parece estar, está, consumado.
Más bien, suena y resuena el momento de una autopsia política, social y cerebral para determinar con lupa las razones de peso y con peso de la estrategia de Manzo Denes buscando la rectoría.
Martín Aguilar tuvo en contra al Consejo Universitario General como expresa Manzo.
También a la gobernadora arguyendo la edad.
Incluso, caray, en contra a un cuarteto de rectores.
Y hasta a uno que otro diputado local.
Y a parte de la comunidad académica. Maestros y estudiantes.
Y fue reelecto.
De entrada, al operativo de Manzo, asociados, anexos y conexos, le fallaron varias tuercas.
Más cuando en unas tres ocasiones la había buscado y de igual modo, fallado.
Y en la vida como en la política, dice el viejito del barrio, nada enseñan tanto, tanto, tanto, como los errores. Y fracasos.
De nuevo, Manzo equivocó el camino desafiando, digamos, a los dueños (efímeros) del sistema político, social y académico.
Aguilar fue, es, más buzo. Más hábil. Se quedó con la silla embrujada de las Lomas del Estadio por cuatro años más.
“Haiga sido como haiga sido”.
Es más, Nahle rectificó y lanzó frase bíblica: “Allá ellos. Yo no me meto”.
De forma superficial, bien pudiera sentirse y percibirse que a Manzo le faltó frialdad en su estrategia.
Frialdad, por ejemplo, para buscar aliados efectivos y eficientes en el operativo sucesorio.
Tanto operando en Xalapa como en la Ciudad de México.
Vaya, hasta estableciendo pactos.
Caray, tendiendo puentes con la Junta de Gobierno, pues podrá condenarse su decisión con Aguilar Sánchez, pero está facultada (y por ley) para pronunciar las últimas sagradas palabras.
Y como fue.
El cabildeo con los directores de las setenta facultades de la UV.
Y con los líderes sindicales de cada facultad.
Y con el dirigente estatal, Enrique Levet Gorozpe, factor de mando y hasta de unidad magisterial.
En los últimos cuatro años (del primero al segundo periodo de Aguilar Sánchez) el cabildeo y la gestoría social sobre los pendientes en cada institución.
Una presencia más activa y eficiente en el Consejo Universitario General.
Por ejemplo, dando seguimiento a la rendición de cuentas.
Más considerando que ninguna elección (sea política, académico o sindical, por ejemplo) se gana “de la noche a la mañana”.
El surco académico ha de sembrarse con mucha anticipación.
Y procurarse en tiempo de sequía.
Operar arriba y debajo de la mesa.
Y hasta debajo de las cañerías.
Bastaría referir que el sociólogo Martín Aguilar tuvo, habrá tenido de aliado a su compañero en el salón de clases en la UV al sociólogo y senador de la república, Manuel Huerta.
Y ni modo que Huerta lo dejara solo, pues la UV también significa un poder académico, social y político mirando lejos hacia el año 2030.
Desde la rectoría de la UV, por ejemplo, soñaron con la candidatura a gobernador don Arturo Llorente González, Roberto Bravo Garzón y Rafael Velasco Fernández.
En su momento, Adolfo Mota, soñaba con brincar de la secretaría de Educación con Javier Duarte a la rectoría de la UV y de ahí preparar el camino a la gubernatura.
Nunca permitió Manuel Carbonell de la Hoz, subsecretario de Gobierno con Rafael Murillo Vidal, el paso de Juan Maldonado Pereda, secretario particular del gobernador, pasar a la UV porque le ganaría la candidatura a jefe del Poder Ejecutivo estatal.
Hora de Manzo de cavilar y seguir cavilando sobre sí mismo.
Su fracaso tiene razones poderosas.
Y marchar vestidos de negros expresa un berrinche. (lv)