Mal fario para las mujeres
1 (“Vamos a cuidar a las mujeres” dijo aquella)
Las fuerzas del mal, como los astros peor acomodados, siguen predominando en Veracruz por encima de la frase bíblica de “vamos a cuidar a las mujeres”.
En la última semana, más feminicidios y más chicas desaparecidas. Y de dieciséis años de edad.
En Córdoba, una mujer secuestrada. Asesinada. Y el cadáver arrojado en un canal de aguas negras y cerca de una iglesia.
Sin identificar.
En Xalapa, una mujer secuestrada, ejecutada, en la colonia Los Laureles.
En Santiago Tuxtla, otra mujer secuestrada, desaparecida, asesinada, desmembrada y calcinada.
Y tirado el cadáver a la altura del poblado El Tular.
En Coatepec, una chica de 16 años, desaparecida. Reyna Margarita Santiago Canela. El diez de junio.
Y en Cosoleacaque, otra chica y de 16 años, desaparecida. María Guadalupe Martínez Saturnino. El once de junio.
Veracruz “de moda y hasta en Europa” con tantos feminicidios y mujeres desaparecidas.
Y en un Veracruz con más de siete mil cuatrocientos desaparecidos.
Y más de cuarenta Colectivos, integrados con padres con hijos y parientes plagiados y desaparecidos.
Y en el primer lugar nacional (o uno de los primeros) en feminicidios.
La vida dura y ruda y difícil que por ningún momento puede soslayarse ni ignorarse con todo y el Festival de Salsa.
Con todo y que el Nuncio Apostólica estuviera de girita en Orizaba y en donde declarara que la seguridad constituye el pendiente número uno.
En Veracruz, claro. Y en el país.
La voz de la iglesia sin sonar y resonar, sin acústica, en la tribu gobernante en turno.
Además, probado y comprobado está que las declaraciones oficiales de los políticos en ningún momento significan una varita mágica para establecer la paz y la tranquilidad pública.
Y una vida sin sobresaltos.
Es decir, sin secuestros, desapariciones, extorsiones, asesinatos y fosas clandestinas.
Caray, la señora de Santiago Tuxtla, además, la saña, la barbarie, la alevosía, la ventaja y la premeditación pues fue desembrada y calcinada.
La degradación humana en las cañerías sociales.
Y en un Veracruz donde seis de cada diez habitantes son mujeres.
Y en un Veracruz donde las mujeres políticas alardean de que es su tiempo, el tiempo de escalar al poder público, cuando miles y miles y millones de mujeres (indígenas, campesinas, obreras y de la clase media) están en la mira de los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros, malosos y malandros y machos y energúmenos.
¡Qué difícil se ha vuelto vivir en los cuatro puntos cardinales del estado jarocho!
2 (Un cortocircuito que nunca se detiene…)
En Veracruz continúan secuestrando mujeres.
Y desapareciendo.
Y quizá ultrajando.
Y asesinando.
Y destazando.
Y calcinando.
Y arrojando los cadáveres en las calles y avenidas, caminos y carreteras.
Y llanamente, sin que la autoridad pareciera actuar con firmeza.
Con toda la fuerza pública, estrategia, inteligencia y experiencia del Estado.
3 (¿De veras le importa a Nahle?)
La inseguridad es el pendiente número uno de Veracruz.
Incluso, más grave que el tráfico de droga, incluido el fentanilo, tanto el feminicidio como el secuestro y desaparición de mujeres.
Y de chicas menores de edad.
Con todo… y los poderosos carteles.
¿De veras, de veras, de veras, importa tanto a Nahle la tranquilidad de la población femenina cuando la violencia está convertida en el peor tsunami?
Más, mucho más indicativo que el discurso oficial, la homilía pública, la declaración mediática, los buenos deseos, los juramentos en frases bíblicas, siempre son y serán los hechos.
Los hechos, el único aval de una persona. Más, mucho más, de un político.
Un alcalde. Una gobernadora. Una presidenta de la república.
4 (Otra mujer victimizada)
En Tuxpan, una señora retiró dinerito del banco.
En una calle del centro de la ciudad fue asaltada.
Y unos sicarios con armas de fuego se le fueron encima.
La asaltaron y despojaron.
Fue entre las calles José María Morelos y José Azueta.
Se llamaba Alma Rosa García Cárdenas. 50 años.
Después, subió al autobús urbano de pasajeros camino a casa.
Y en el autobús murió.
Así caminan y trotan los días revolcados de Veracruz. (lv)