**Chicos brillantes
**Lumbreras en la escuela
**Rastros imborrables
**Hijos de la pobreza
BANDERAZO DE SALIDA: 68 (sesenta y ocho) años después se recuerda a uno que otro compañero de la escuela primaria en el pueblo suburbano... Desde niños interrumpieron en la vida escolar y dejaron huellas imborrables... Digamos, hazañas extraordinarias dada la edad temprana... Por ejemplo, Armando González era hijo de una ama de casa y un campesino... Y hacia las cinco de la mañana se levantaba y arreglaba y antes de las 6 horas estaba en su fuente de trabajo, una quesería... Entonces, le daban una canastita con mantequilla y quesitos recién elaborados... Y caminaba de norte a sur y de este a oeste del poblado ofreciendo el producto de casa en casa... Y terminaba hacia las 7:30 horas cuando volvía a casa, desayunaba aprisa y de prisa y a las ocho horas era el primero en ingresar al salón de clases... Aquella faena era su contribución a la economía familiar
CURVA PELIGROSA: Rosendo Pascual Montero era taciturno, introspectivo y silencioso… Rara, extraordinaria ocasión hablaba… Y pocos, excepcionales, conocían su voz… Y era un genial dibujante, gran caricaturista… En el recreo, por ejemplo, la pasaba dibujando las caras y los rostros de las compañeras y las obsequiaba a cada una… Y era muy popular entre las chicas… Hasta donde se recuerda, la primera vez cuando quedó enamorada fue de una gitanita de unos diez años llegada al pueblo con sus padres y su tribu, todos gitanos… Entonces, le compuso un poema y una tarde cuando la gitanita acompañaba a las muchachas de la tribu leyendo las rayas de la mano le entregó el poema… Y en vano esperó una sonrisa, por ejemplo, de respuesta… Y al día siguiente, la tribu gitana siguió su paso a la ciudad siguiente y significó la primera gran frustración y tristeza de su vida…
AUTOPISTA DEL SUR: Marcelino Zapata era un chico campesino viviendo en un rancho con sus padres… Todas las mañanas llegaba a la escuela montado en un burrito que apersogaba con la cuerda atada a un árbol… Siempre llegaba media hora antes de la entrada… Una mañana el tiempo le alcanzó para escribir en las sillas de cada estudiante la lista de los apodos endilgados con genialidad humorística, sarcástica y burlona a cada colega… Incluso, en su misma silla anotó su sobrenombre… “El cocodrilo” se puso”… Y, claro, también escribió el apodo del profe… “El búho”, por su parecido… Los apodos fueron tan certeros que en muchos casos duraron para toda la vida porque, además, significó un escándalo, reality-show, en la escuela primaria… Tan geniales los sobrenombres que tanto el profe como la dirección de la escuela se hizo omisa y occisa…
AUTOPISTA DEL NORTE: Adolfo Zugasti era muy peleonero… Por cualquier cosita buscaba bronca… Incluso, desafiaba, y siempre repetía la misma cantaleta… “A la salida nos vemos”… Y a la salida, rodeado de su equipo de fans y feligreses de su capilla, todos esperaban al compañero desafiado… Vaya, hasta el profe estaba de su lado pues era un boxeador fallido, cuerpo de gorila y energúmeno que tenía… Zugasti así caminó parte de la escuela primaria y la secundaria… Y tomó cariño a los guamazos porque de pronto su pegue entre las alumnas escaló a peldaños altos de popularidad… Vaya, al día siguiente de una pelea callejera estelar, el profe ocupaba la primera media hora de la clase de la mañana en hablar sobre el tema… Y en donde exaltaba a Zugasti como el mejor chico madreador de la historia local…
RECTA FINAL: En cada festín escolar (los días del amor, del niño, de la madre, del profe y el 15 de septiembre), una pareja de alumnos (Celia Lordméndez y Sergio Hernández Cortés) se adueñaban del micrófono y vestidos de china poblana y charro entonaban las mejores canciones rancheras… Eran privilegiados con sus voces rítmicas y acompañados de un mariachi… Desde el segundo año de primaria hasta el sexto y en la secundaria eran infaltables en el programa recreativo… En la fiesta popular de La Candelaria, el maestro los acercaba a los mariachis que llevaban las empresas cerveceras y se daban un mano a mano con sus intérpretes… Pero, bueno, la vida es bella, pero también dura y ruda… Y cuando concluyeron la secundaria cada uno agarró camino y nunca más se reunieron para, digamos, cultivar virtudes y habilidades y jugar en las grandes ligas…
META: De aquella generación, Apolinar Estrada fue una constelación… Una lumbrera... Inteligencia incandescente, desde el primero al sexto año de primaria ocupó el Cuadro de Honor… Cada mes, en el primer lugar, invicto, inderrotable… La primera exposición de los maestros en el salón de clases bastaba para entender y comprender… Era un chico callado… Modesto… Humilde… Sin ostentaciones… De padres con limitados recursos necesitó trabajar desde la infancia… Y fue, por ejemplo, ayudante de cargador en un carro repartidor de cajas de cerveza… Era alto y robusto… Y un cuerpo de atleta… Entrenado… Inteligencia sorprendente y fuerza física… Del pueblo, Soledad de Doblado, agarró camino al viejo Distrito Federal… Y cuando Carlos Hank González despachaba como jefe máximo y aseguraba que únicamente los valientes migraban a la Ciudad de México… (lv)