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Escenarios
Sábado 31 mayo, 2025

El taxista del barrio

**Vida frenética
**Experiencias cada día

UNO. Vida intensa de taxistas

Muchas experiencias y vivencias y de todo tipo tienen y disfrutan los taxistas. La jornada laboral de ocho horas o más, con frecuencia, suelen conocer a montón de personas. Y en cada cliente, una historia de vida.

Vaya, hay políticos (y también reporteros) para quienes los taxistas son la mejor fuente de información.
Y de referencia del sentir social.
Y de una mirada fresca de la vida.
Incluso, y para los chismitos newspaper.
Claro, de igual modo la oportunidad de oro para una aventura sexual y sensual.

DOS. Murió en un taxi

El viernes anterior, en la ciudad jarocha, un anciano hizo la parada a un taxista.
“Al Seguro Social” pidió sentándose en la parte trasera.
Y en el viaje, un paro cardíaco fulminó la vida del senil.
Y cuando el taxista lo advirtió se fue derecho, derechito, al Seguro Social de la avenida Cuauhtémoc, habló allí con el departamento de Acción Social, digamos, y reportó la tragedia.
Y desde el IMSS rastrearon la dirección de la familia en base a su carnet.

TRES. Fumaba dos cajetillas diarias de cigarros

Meses anteriores, la señora B. y una de sus hijas pararon a un taxista.
“Al Seguro Social” también le dijeron.
Y en el camino, la señora B. sufrió otro paro cardiaco.
Ella solía fumar dos cajetillas diarias de cigarros y andaba con problemas respiratorios.
Y aun cuando el médico familiar le aconsejaba que dejara de fumar ella nunca hizo caso.
La hija pidió al taxista diera marcha atrás en su “corrida” y la llevara a su casa para velar el cadáver de la mamá.
Pero, bueno, hay ocasiones cuando una pareja de noviecitos hace el alto y el taxista se detiene.
“Al motel” le dicen.
Y el taxista espejeando para mirar a la chica más que al chico y ver si por ahí la conoce y/o la puede identificar.

CUATRO. Sermón del taxista

Unos noviecitos, por cierto, subieron a un taxi manejado por un hombre de la sexta década.
Además, Testigo de Jehová.
Y cuando el muchacho pidió los llevara a tal hotel, el taxista se lanzó en una especie de homilía sobre los pecados mortales y veniales, entre ellos, el sexo sin estar casados y como novios manifiestos.
La enjundia del taxista fue más intensa que el sacerdote en el púlpito.
A tal grado que, de plano, la noviecita le solicitó los dejara en la próxima esquina dando a entender el revire, el arrepentimiento, la marcha atrás, el perdón, la disculpa.

CINCO. Amistades peligrosas

Por desventura, la fama pública ventila las amistades y relaciones peligrosas de unos taxistas con los malandros.
Digamos, como si fueran “halcones”, aquellos que suelen espiar para los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros.
Y ni se digan los taxistas, galanes del barrio, los Pedro Navaja, los Sanchos.
En tiempos duros y rudos, la queja de que el taxi ha dejado de ser negocio y apenas, apenitas, en cada turno sacan para pagar la gasolina y la cuota al patroncito y solo quedan a ellos unos cuantos centavos.
Con todo “lo bailado” nadie se los quita. (lv)


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