ADN priista
**ADN perredista
**ADN morenaco
ESCALERAS: En el ADN de los priistas estaban (y están) entre otros ingredientes, el Dedazo, el Influyentismo, la asignación de obra pública (y por Dedazo) y la creación de empresas fantasmas (camino a la impunidad).
La compra del voto en las urnas. Las urnas embarazadas. Perdían en las urnas pero arrebataban en los tribunales.
La reelección. El reparto de cargos públicos para la familia y los allegados. Y los socios, cómplices y aliados.
La cultura priista de “ordeñar la vaca y meter las manos (y los pies) al cajón.
México, encumbrado en el primer lugar mundial de corrupción de las tribus políticas priistas.
PASAMANOS: Y en el ADN de los Morenacos, además, de algunos (quizá la mayoría) de los vicios de la herencia priista, figuran los siguientes:
La soberbia total y absoluta. Sentirse enviados por el Ser Superior para salvar y redimir a la tierra.
Más que el cultivo del ego, el súper ego. Primero yo. Luego yo. Y al final yo.
La prepotencia. Creerse superiores a los demás. Estar convencidos de que los otros (“la perrada” le llamaban los priistas) están en deuda con las elites guinda y marrón.
Y por eso mismo, los otros, los demás, desde los subalternos en cargos siguientes y menores hasta las secretarias, los asesores, los escoltas, los choferes, etecé, etecé, están obligados a rendirles culto.
Vaya, hasta trabajar para ellos y sin que les paguen porque significa ya mucho, demasiado, excesivo privilegio laborar con ellos.
CORREDORES: En el ADN de los Morenacos sentirse paridos por los dioses. Impolutos. Incorruptibles. Sin mancha y sin manchas. Íntegros. Más íntegros que la Virgencita de Guadalupe y el indito Juan Diego.
Los otros, los enemigos, los adversarios, los opositores, incluso, los miembros morenacos de otras tribus, son pillos, ladrones, corruptos.
¡Corruptazos! exclamaba AMLO, el ex.
Y nosotros, los guinda y marrón, somos puros. Puros entre los puros. Honestos “a prueba de bomba”.
Muy honestos. Ferozmente honestos.
Tan honestos que, por ejemplo, son seres humanos, pero se sienten dios.
BALCONES: Agustín Basave, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Oxford, fue presidente nacional del PRD.
Y describe del siguiente modo el ADN del PRD en la revista Nexos, abril 2025:
“Toleraron la corrupción interna. Auspiciando la dependencia. Y la subordinación a gobiernos de otros colores. Y se empeñaron en despedazarse en una disputa por jirones de nadería”.
Luego, remata: “MORENA, que carga ADN perredista, haría bien en verse en ese espejo roto que yace en el fondo del mar”.
PASILLOS: En más de setenta años, los priistas enloquecieron con la silla embrujada del edificio partidista.
Pero siete años han bastado a los morenacos para expresarse igual, igualitos. Incluso, peores.
Lo escribe Basave: “En el PRD la identidad tribal se volvió más fuerte que la identidad partidista.
El odio entre las tribus se volvió patológico.
Y la corrupción se enseñoreó”.
En el mismo camino trotan los Morenacos.
Con todo y “darse golpes de pecho” en nombre de aquella vacilada sexenal de “la honestidad valiente y la purificación moral”.
El tribalismo belicoso.
Y, claro, la megalonía “en la plenitud del pinche poder”. (lv)