Una señora en el hastío
**Los días aburridos
**Un galán machista
UNO. Una mujer en el hastío
Se cumplen treinta años de la filmación de “Los puentes de Madison”. La historia de un fotógrafo (Clint Eastwood) y una ama de casa (Meryl Streep) que un día se encuentran.
En la sexta década, él, soltero. Ella, casada y con dos hijos ya casados.
Ella, viviendo los días y noches en el hastío y el aburrimiento. Incluso, en la frustración personal sobre sus legítimos sueños.
Entonces, se redescubren. Y la pasión descarrilada florece a plenitud. Y a la hora de la hora, el machismo se impone y ella es condenada a seguir con esa vida de desaliento.
DOS. Atracción fatal
En el momento del encuentro, ella sola en casa. En un rancho. Su pareja y sus hijos se fueron durante cuatro días a una feria ganadera.
Y ella le ofrece hospedaje a él.
Incluso, lo acompaña a tomar las fotografías de los puentes de Madison y que constituye su misión profesional.
Luego de convivir un día, los dos se enlazan. Como si fuera el primer deseo, la primera tentación, la primera tentación, el primer sexo, el primer amor… de sus vidas.
TRES. El famoso paso siguiente…
Y cuando llega el tercer día, un día antes de cuando la familia de ella volverá al rancho, la encrucijada.
Debajo de las sábanas, desnudos los dos, antes y después de hacer el sexo y el amor, hablan del paso siguiente.
Uno, si ella se fuga con él. Dos, si ella prefiere quedarse en casa y esperar a su marido y dos hijos y continuar vida anodina.
En el filme, Clint Eastwood es actor principal y productor general. Y tiene un director. Y un asesor.
Y entre los hombres deciden el destino de ella.
Y optan por el machismo.
Ella quedará en su casa como una prisión y él seguirá su camino como hombre libre, independiente, autónomo, sin compromisos, chupando el néctar como los colibríes de otras flores, otras mujeres.
El machismo, pues.
CUATRO. La hora decisiva
En el cuarto día, el marido y los hijos llegan al rancho. Y ella los recibe con entusiasmo. La mano alzada y la sonrisa obligada.
En la tarde llueve en el rancho. Y van al pueblo a comprar víveres.
Y en el pueblo, cuando ella espera al marido en su camioneta, a lo lejos, Clint Eastwood la mira y la espera.
Y ella se enfrenta a la suprema decisión. Se advierte cuando, por ejemplo, lucha con la mano izquierda (del lado del copiloto) por abrir o no abrir la puerta y correr a él.
Ella se frena del paso siguiente. Y aun cuando el esposo le advierte de su nerviosismo y le pregunta si tiene un pendiente, ella calla.
Le dice que no. Y al mismo tiempo, cuando circulan en su camioneta ella lo mira de reojo.
Diciendo adiós a la pasión, el deseo y el amor.
CINCO. El galán juega golf
Muchos años después cuando Meryl Streep fuera entrevistado sobre la filmación de “Los puentes de Madison” recordó que cada día empezaban a trabajar hacia las cinco de la mañana.
Y Clint Eastwood siempre apurando el caso porque vivía obsesionado con jugar golf en las tardes.
Y Streep, callada, porque ni siquiera por cortesía la invitaba. Ni hacía partícipe.
La prueba irrefutable del machismo. (lv)