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Lunes 10 febrero, 2025

Mujer contra mujer

**Dedazo mata encuesta
**Alcaldía jarocha

UNO. Una mujer de cara a su historia

Anilú Ingram Vallines está viviendo la batalla personal, política y electoral más importante de su vida.
Casi casi, como el Día del Juicio Final con la Resurrección de los Muertos.

En el PRI fue, como canturrea la canción de José José, “de todo y sin medida”.
Y en el sexenio de Javier Duarte, uno de los huéspedes del Reclusorio Oriente de la Ciudad de México y con quien comer “tacos parados” y en la noche.
Entonces, directora de Radio y diputada local y federal.
Pero camino a Damasco, quizá camino al Gólgota, y cuando el partido tricolor se despeñaba, “tiró la toalla” porque, según, ya nada más podía esperar y migró.

DOS. Del PRI a la izquierda radical

Tiempo después apareció en el palenque público vestida de guinda y marrón.
Blusa y vestido, blusa y pantalón, y hasta zapatos, del color de MORENA.
En público abrazó a Claudia Sheinbaum Pardo. Y a Rocío Norma Nahle García.
Del PRI, partido, digamos, del centro, a la izquierda radical.
Aquella de los derechos humanos y la igualdad económica, social, educativa, de salud, seguridad y procuración de justicia en el planeta.
Ningún empacho tuvo asegurando que desde la izquierda saludaba al “socialismo con rostro humano”.

TRES. 800 priistas a su lado

En el día cuando revelara su dimisión al PRI luego, parece, de veinte años de militancia, aseguró que un aproximado de ochocientos priistas también le siguieron como feligreses de su capilla y catedral.
Caray, insólito, porque Miguel Hidalgo inició la guerra de Independencia con dieciséis indígenas.
Y Pancho Villa se fue a la Revolución para defender a Francisco I. Madero con apenas, apenitas, siete campesinos, sus fans.
Y de pronto, ¡zas!, Villa apareció con sus “Dorados” en un número de treinta mil.

CUATRO. La vida por un sueño…

Anilú ha caminado y trotado. Vestida de guinda soñando con la candidatura de MORENA a la presidencia municipal.
Enfrente, en la justa partidista, compite con otro ex priista. En el vulgo le apodan “El Pepín”. El senador Manuel Huerta Ladrón de Guevara le llama “El Prepín”.
Y en el otro lado del ring está la reelecta diputada federal, Rosa María Hernández Espejo y quien ahora recorre el mismo periplo de Anilú cuando fue legisladora en el Congreso de la Unión y los vientos priistas eran favorables.

CINCO. Dedazo Mata Encuesta…

Anilú se ha registrado en el CDE de MORENA para “un mano a mano” con Rosa María y en la encuesta.
Habría de recordar la enseñanza filosófica de Fidel Herrera Beltrán:
“Hay encuestas. Encuestitas. Y chingaderas”.
Es decir, por más y más categórica sea una encuesta probada y comprobada, Dedazo Mata Encuesta.
Y si la cúpula dirigente y la cúpula en el gobierno sexenal piensa, siente y desea inclinar la balanza por otra aspirante, los dedos están cruzados y tienen dedicatoria.
En el PRI duartista, Anilú fue bendecida.
En MORENA, desde luego, también hay Dedazo.
Y, bueno, en tiempo y forma, y como dice el cieguito clásico, ya veremos.

SEIS. Frente a frente

El peso político y social y los amarres de Anilú contra el peso político y social y los amarres de Hernández Espejo.
Dos mujeres cara a cara para contender por la silla embrujada del palacio.
Y embrujada porque hace perder el piso al más ecuánime y hasta los hace levitar como dijera Eufemio Zapata, el hermano menor del caudillo del sur, pensando que la silla del palacio era una silla de montar caballos briosos. (lv)


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