Y ni se diga de los dirigentes estales.
Antes otras frases imborrables dominaron el ambiente político con Andrés Manuel López Obrador.
“Fuchi caca”, por ejemplo, para referirse a la oposición.
Son, dijo AMLO de la oposición, unos pillos. Unos corruptos. ¡Corruptazos!.

DOS. Chiquitos e hipócritas

Dijo la presidenta: Los opositores “cada vez son más chiquitos. Y para colmo se parecen a Miramón llamando a Maximiiano”.
Claudia Sheinbaum cerró el círculo de adjetivos calificativos
“Son muy conservadores y conservadurismo es sinónimo de hipocresía”.
“Más chiquita”, pues, la oposición.
A tono, digamos, con AMLO, el ex, predicando desde el púlpito político, social y religioso de Palacio Nacional.
La descalificación de los otros, “la otredad” la describía Octavio Paz Lozano, Nobel de Literatura.
Antes, por ejemplo, los utópicos soñaban con formar el partido público con las siglas de PUP. Partido Único de Pendejos.
Ahora, bien sería el Partido Único de los Chiquitos. PUCH.

TRES. Las narices, el tope

El concepto de “Los chiquitos” se multiplicó entre los académicos de la UNAM.
En la película “Un día esplendoroso”, con Rachel McAdams, el director general de la televisora describe a los reporteros y conductores: “Son muy chiquitos”.
Chiquitos…, entre otras razones, porque ninguno miraba más allá de sus narices.
Y eran, digamos, como las macetas que del corredor no pasan.
Nada raro, entonces, es y será que al ratito el coordinador estatal de MORENA en Veracruz se llene la boca hablando de “Los chiquitos”.
Y hasta uno que otro secretario del gabinete legal y ampliado.
Vaya, ninguna duda de que los diputados locales de MORENA la adoptarán como frase filosófica sexenal.

CUATRO. Los chiquitos guinda…

Chiquitos… quienes nunca han llegado a la presidencia de la república.
Por ejemplo, Marcelo Ebrard Casaubon, Ricardo Monreal Ávila, Adán Augusto López Hernández y Xóchitl Gálvez.
Y/o a gobernadores, en el lado de MORENA, Manuel Huerta Ladrón de Guevara y Amado de Jesús Cruz Malpica, con todo y el primero senador de la República y el segundo presidente municipal de Coatzacoalcos.
Y, claro, Éric Patrocinio Cisneros Burgos, el Rey de la Negritud. Y por encima de Yanga, el máximo líder.

CINCO. “Contigo… hasta la ignominia”

En términos existenciales, una persona chiquita es aquella “que del corredor no pasa”.
La que suele vivir esperando un milagro divino para enaltecer y dignificar su destino.
La que depende en todo y con todo de otros, digamos, los jefes de jefes.
La que nunca mira “más allá de sus narices” porque, por ejemplo, es una persona conformista.
Y así está bien. Y se cree y siente realizada.
Chiquita, la persona de miras escasas y limitadas.
Incluso, capaz de llegar a la sumisión y la ignominia para que ningún jefe la despida o corra del empleo.
Y/o de paso, sea víctima de una conjura palaciega.

SEIS. Desdén y menosprecio

Con todo, la persona que lo diga pareciera estar llena de menosprecio y desdén por los adversarios, los enemigos y los opositores.
Además de la injuria, la condena y la satanización.
Y, claro, de por medio el autoritarismo en su más alto decibel pues quien la profiere llega a sentirse, convencida está de ser la octava maravilla del mundo.
Y con frecuencia suelen olvidar que si están encumbrados se debió, entre otras circunstancias, a “tirarse al piso” del jefe de jefes, el jefe máximo. (lv)