Unas veces, y sin entrar en moralinas, porque como afirma Morris West en la novela “El arlequín”, los grandes imperios y emporios se destruyen y son destruidos de adentro hacia afuera.
Es decir, debido a las duras y rudas relaciones familiares.
Pero en otras, cuando se interponen factores externos.
Por ejemplo, el par de ancianos asesinado en Totutla, el sábado 9 de noviembre.

DOS. Sólo para robarles, pobres como vivieron

Ellos son, Caritina, de 63 años. Y Lorenzo, de la misma edad.
Vivían solos cerca de la escuela primaria, Justo Sierra.
Los vecinos de pronto respiraron olores difíciles. Y avisaron a la policía.
Y los patrulleros llegaron con una ambulancia de la Cruz Roja.
Los dos cadáveres en avanzado estado de descomposición.
Don Lorenzo, velador en la Oficina de Hacienda del Estado en Totutla y durante muchos años.
La versión policiaca habla del robo como posible razón de peso y con peso.

TRES. Doctoras asesinadas

La misma historia, por ejemplo, de aquella madre de 96 años de edad, doctora, con su hija de 62 años de edad, también doctora, asesinadas en su casa en la ciudad jarocha únicamente para robarles.
Las dos vivían solas. Y hasta anoche y en el sexenio de García, el góber (“Aquí las mujeres pueden soñar”), el par de crímenes en la impunidad.
El único forme oficial (digamos, de consuelito) es el asesinato para el saqueo de los bienes y de la casa.

CUATRO. Nadie a salvo

Nadie, absolutamente nadie, está ni vive a salvo y sin sobresaltos en cada amanecer y anochecer en los cuatro puntos cardinales de “la noche tibia y callada” de Agustín Lara cantando a la utopía social.
La herencia obradorista en Veracruz concreta y lapidaria:
Primer lugar nacional en feminicidios.
Secuestros.
Extorsiones.
Y fosas clandestinas.
Y el quinto lugar nacional en desaparecidos. Más de siete mil quinientos por el momento a unos días del fin de García, el góber.
Insólito: Veracruz ensangrentado y García más, mucho más ocupado con el aviso de la presidenta de la república sobre el cargo público designado para incorporarse al gabinete federal según él mismo lo anunciara, tan ansioso y desesperado para alardear ante la mitad de Veracruz y la otra mitad.
Con todo y la encuesta nacional ubicándolo en el penúltimo lugar de la desconfianza y el descrédito nacional como jefe del Poder Ejecutivo.

CINCO. La herencia de Cuitláhuac G. J.

García heredará (ninguna duda) un Veracruz ensangrentado.
Dolido. Desencantado. Frustrado. De seguro arrepentido de haber votado por él.
Más, mucho más, cuando García ha sido (es) un hombre frívolo, vanidoso y fatuo en la vida personal y la vida pública.
Y sin importarle la percepción ajena ha construido un Veracruz “a su medida”, valiéndole tantas mujeres y hombres, jóvenes y niños, ancianos, ejecutados.
Su interés prioritario fue (y es) quedar bien con su hacedor Andrés Manuel López Obrador y ahora filtrarse con la presidenta de la república.

SEIS. Puros sueños

Insólito el asesinato de doña Caritina y don Lencho en Totutla, un pueblito cafetalero pacífico.
Más como en el caso de don Lencho, muchos años laborando como velador en la oficina de Hacienda del Estado.
Viviendo (sin duda) con la modestia del salario común y sencillo.
Y García, alardeando el Veracruz (ajá) imaginado y soñado, pero nunca, jamás, jamás, jamás, aterrizado. (lv)