San Juditas Tadeo insurgente
I (Un pueblo jodido creyendo en un Santo)
San Juditas Tadeo sigue de insurgente. Y los políticos “ni el polvo le ven”.
De pueblo en pueblo ha caminado parte de Veracruz. Ahora, hacia el norte. De Papantla a Tuxpan.
Y, en todos los casos, escuchando los graves y duros y rudos pendientes sociales de una población en la desgracia sexenal.
Uno, desempleo, subempleo, salarios pichurrientos y la migración a Estados Unidos.
Dos, la inseguridad y la incertidumbre y la zozobra en cada amanecer y anochecer.
Y tres, en la miseria y la pobreza.
Entonces, en cada comunidad donde Juditas Tadeo llega, los feligreses de la iglesia católica y apostólica se desbordan con plegarias.
Claro, claro, claro, son plegarias desoídas.
Desatendidas.
Pero en todo caso, los feligreses apostando a la fe y la esperanza de un milagro.
Un gran milagro económico y social, educativo y de seguridad.
Nadie se equivoca si, por ejemplo, se asegurara que Juditas Tadeo azuza la inconformidad social y la indignación crónica y la sublevación.
Y al mismo tiempo, convocando a los ángeles y querubines para enaltecer la calidad de vida en la tierra.
San Juditas ya pasó por Los Tuxtlas.
Y en Los Tuxtlas, el martes 5 de noviembre, en el poblado de Toro Prieto, un hombre mató y a machetazo limpio a expareja.
Hirió a otra mujer.
Luego, intentó suicidarse, pero falló.
Quedó herido y fue internado en el hospital de Santiago Tuxtla y detenido.
Y ni modo, San Juditas quedó rebasado por las circunstancias y fue incapaz de evitar el feminicidio, uno más en un Veracruz en el liderazgo nacional.
Con todo, reza el dicho popular, “la fe mueve montañas”.
Y San Juditas ahí va.
Para el norte del estado jarocho.
Un pueblo jodido creyendo en un Santo.
La esperanza en el Ser Superior.
Quizá, quizá, quizá, soñando (ajá) en la vida eterna en el paraíso celestial.
La apuesta a un cambio de vida como, digamos, lo profetizan la astróloga y los chamanes y los tlatoanis.
La vida ideal en el otro lado del charco.
La fe y la esperanza fermentado las neuronas y el corazón social ante las razones de desaliento social en un Veracruz con 78 (setenta y ocho) gobernadores y seis millones de habitantes en la miseria y la pobreza.
II (Vivir con y sin esperanzas)
Hay quienes están seguros de una realidad: Vivir con esperanzas es bueno.
Creer en la posibilidad de un bello día, el más hermoso en materia social, para vivir en el paraíso terrenal.
Otros, sin embargo, están convencidos de una vida sin esperanzas pues así nada se apuesta hacia el futuro.
Y en las horas de cada día y noche se empuja la carreta, aun cuando la carreta esté destartalada, soñando con la frase bíblica de “brinco dado, brinco pagado”.
Cada uno, entonces, con sus creencias, experiencias y vivencias.
Por encima de todo la frase memorable y citable:
Pobres naces.
Pobre vives.
Pobre mueres.
Y ni en la tierra como tampoco en el cielo, una vida feliz y dichosa.
III (Desconfianza en los políticos y los santos)
Fue paseado en Veracruz el obispo santo, Rafael Guízar y Valencia.
Es paseado San Juditas Tadeo.
Jesús murió en el Gólgota.
El Vaticano sigue predicando un mundo en paz y tranquilidad.
Los políticos continúan “desgarrándose las venas” ofreciendo una mejor calidad de vida para todos.
Y en Veracruz, seis millones de los ocho millones de habitantes en la miseria y la pobreza.
Y, bueno, benditos sean quienes conservan la fe y la esperanza en los políticos y en los ministros de Dios.
Nada más efectivo como “chivo bailado, chivo pagado”. (lv)