Asaltados ministros de Dios
I (El Veracruz horrendo de la 4T)
Cumbres de Acultzingo. En el lado de Veracruz, camino a Puebla.
El sacerdote Francisco Aguilar y cuatro jóvenes Legionarios de Cristo viajan en una camioneta.
Regresan a la Ciudad de México luego de participar en unos Retiros Espirituales en Veracruz.
Y de pronto, ¡zas!, se aparece el demonio.
Luzbel disfrazado de sicario y pistolero, maloso y malandro, cartel y cartelito.
Y los detienen.
Y los secuestran.
Luego de que los malos detectan su identidad, ministros de Dios, los abandonan en los límites de Veracruz y Puebla.
Ahí, en la carretera, los dejan tirados.
Se llevan la camioneta.
Un atraco más.
Ahora, en las Cumbres de Acultzingo.
El mismo fenómeno en las Cumbres de Maltrata.
Y el mismo oleaje de incertidumbre y zozobra en los cuatro puntos cardinales.
Luego del asesinato del sacerdote en Chiapas.
El Estado jarocho, en manos de los carteles y cartelitos.
¡Vaya reportaje del periódico Excélsior sobre el Veracruz violento!
La lista completa, por ejemplo, de los carteles dueños del norte y el sur y el este y el oeste.
La incapacidad, la incompetencia, el principio de Peter del primer sexenio de la 4T en “la noche tibia y callada” de Agustín Lara.
Ahora sí, y como rezan en la iglesia católica, gracias a Dios de la sobrevivencia del sacerdote y los cuatro Legionarios de Cristo.
El Ser Superior, digamos, salvó a García, el góber, de un peor infortunio y desventura.
Claro, claro, claro, de por sí el atraco exhibe el talón de Aquiles del gobierno del Estado.
Uno, primer lugar nacional en feminicidios.
Secuestros.
Extorsiones.
Fosas clandestinas.
Y el quinto lugar nacional en desaparecidos.
Por ahí de seguro andará Veracruz en robos, asaltos y atracos.
Un Veracruz turbulento y huracanado en los últimos seis años.
Más, con un góber tan frívolo y vanidoso “dando rienda suelta” a gustos y placeres rumberos con la salsa, el huapango y el danzón.
Y tocando, ajá, la jarana.
II (Herencia fatídica)
El gobernador Teodoro A. Dehesa heredó al sucesor un Veracruz ensangrentado.
Los trescientos obreros textiles de Río asesinados por soldados porfiristas.
Luis Mier y Terán también heredó al sucesor un Veracruz ensangrentado.
Los nueve jarochos sublevados a una reelección más de Porfirio Díaz, ejecutados por la espalda y tiro de gracia.
Jorge Cerdán heredó al sucesor un Veracruz ensangrentado.
Cuarenta mil ejidatarios asesinados en la década de 1940 en la feroz lucha agraria con los casatenientes.
Agustín Silvestre Acosta Lagunes heredó al sucesor un Veracruz ensangrentado con su “Sonora Matancera”.
Javier Duarte heredó al sucesor otro Veracruz ensangrentado.
Diecinueve trabajadores de la información asesinados, más tres desaparecidos.
Más secuestros y desaparecidos. Y fosas clandestinas.
Y García, el góber frívolo, heredará a la sucesora un Veracruz ensangrentado.
Primeros lugares nacionales en feminicidios, secuestros, extorsiones y fosas clandestinas.
Y quinto lugar nacional en desaparecidos.
Digamos, lo que ven y viven y padecen y han padecido los ciudadanos de a pie y motorizados en los cuatro puntos cardinales del Estado jarocho. (lv)