Gran Estafa Maestra
I (“Aquí las mujeres pueden soñar”)
Aquella frasecita memorable y bíblica de García, el góber: “En Veracruz las mujeres ya pueden soñar y realizarse libre” elevada a categoría universal de la gran estafa maestra.
Incluso, el pitorreo. La burla. La mofa. El desdén.
Y en tanto García baila salsa y come chicharrones crujientes en la vía pública, el Estado jarocho, campeón nacional en feminicidios.
Asesinatos de mujeres.
Más de novecientos niños huérfanos de madre.
Más los niños huérfanos de padres con tanto tiradero de cadáveres femeninos.
Quinto lugar nacional en desaparecidos.
34 (treinta cuatro) Colectivos, integrados con padres con hijos y parientes secuestrados y desaparecidos.
Además, el boletinaje puntual de la Comisión Estatal de Desaparecidos.
En el último paquete, por ejemplo, tres chicas secuestradas y desaparecidas.
Jazmín Araceli González Armendáriz. 16 años. En Álamo Temapache. El 25 de octubre.
Daniela Saucedo Lozada. 16 años. En San Rafael. El 25 de octubre.
Emily Arcos García. 15 años. En Poza Rica. El 25 de octubre.
A: los malandros desaparecieron al trío de chicas el mismo día.
B: las tres son menores de edad en un tiempo, por ejemplo, cuando la trata de blancas tiene carta de adopción en Veracruz. El penúltimo caso indicativo, las seis colombianas secuestradas durante seis días en Boca del Río.
C: las tres, mujeres.
“Aquí (caray) donde las mujeres pueden soñar”.
D: el trío de chicas desaparecidas cuando faltan 33 (treinta y tres) días para el fin sexenal de la pesadilla llamada Cuitláhuac García.
E: y cuando van dos secretarios de Seguridad Pública.
F: y cuando la Fiscal General parece inamovible porque así lo ha dispuesto Éric Patrocinio Cisneros Burgos, el primer secretario General de Gobierno y quien continúa con sus parcelas de poder.
G: y cuando el sexenio por agotarse forma parte de aquella cosita esotérica llamada la Gran Cuarta Transformación.
H: y cuando la generación política en el mando sexenal se ha definido como un partido político de izquierda, aquella corriente ideológica preconizando la defensa de los derechos humanos.
I: y en el tiempo de la liberación femenina, dichosa y feliz en Veracruz porque en la próxima Legislatura un total de veintiséis mujeres serán diputadas locales.
J: y cuando los políticos guinda y marrón se “han cortado las venas” jurando y perjurando que respetan los derechos humanos de las mujeres y su legítimo derecho a desarrollarse a plenitud.
Etecé. Etecé.
II (La desaparición, parte de la vida diaria)
Durante cinco años y casi once meses hemos leído y visto tantos desaparecidos y asesinatos y feminicidios que el hecho trágico forma parte de la vida cotidiana.
Pocos, digamos, se equivocarían si asegurara que el escurridero de sangre forma parte de la cultura jarocha, digamos, de igual modo que las picadas y gordas y la Zaraza. Y Los Portales y el Zócalo los días jueves y sábado con sus parejas bailando danzón.
Simplemente, los propietarios del terror (los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros, malandros y malosos) siguen ganando.
Incluso, los malos, cada vez más recrudecidos, creando y recreando polémica.
El infierno está, cierto, en las calles y avenidas, carreteras y caminos, ríos y puentes.
Pero de igual modo, en las casas particulares donde los pistoleros suelen llegar y metiéndose en las viviendas secuestran, desaparecen gentes y asesinan.
Casi casi, la novela de Truman Capote, “A sangre fría”, encontrando tierra fértil en el surco jarocho y en los cuatro puntos cardinales.
La Comisión Estatal de Búsqueda reportando a cada rato desaparecidos… como si viviera y habitara en el centro del infierno.
Mejor dicho, en el rincón más arrinconado del infierno.
Vaya, el personal de la Comisión de Búsqueda estará traumado y tendrá sueños terroríficos con desaparecidos y muertos, pues son, digamos, material diario de trabajo.
La pesadilla de García, el góber, que lo perseguirá el resto de su vida como unos fantasmas del mal.
III (La peor pesadilla)
Uno de los peores infiernos de la vida es el secuestro y desaparición de un familiar.
Una hija. Un hijo. Una prima. Una tía. Una hermana. Los padres. Los abuelos.
Horas del día y de la noche en la incertidumbre y zozobra su destino.
Si estará haciendo las tres comidas. Si le darán las medicinas. Si podrá bañarse. Si le acercarán ropita. Si lo torturaran. Si estará vivo. Si estará muerto.
Nadie desea un infierno así.
¡Pero indicativo que los malandros desaparezcan personas comunes y sencillas y nunca, jamás, se vayan en contra de un político encumbrado y pillo y ladrón de “siete suelas”?
Claro, se van contra la gente jodida y quienes, caray, le valen a la autoridad.
Total, allá el que sigue en la silla embrujada del palacio de gobierno (o la que sigue) para enfrentar el pendiente social.
Es Veracruz.
Un infierno llamado Veracruz. (lv)