Nadar y nadar y nadar
**Empujar la carreta
**Definir objetivos
ESCALERAS: Hoy es sabadito. Y por lo general, día de asueto. Horas, digamos, para cavilar y seguir cavilando. Por ejemplo, sobre el presente empalmado con el pasado sobre el objetivo superior trazado. Hora para revisar si vamos bien. Y/o si las cosas y los hechos están en puntos negros y han de cambiarse estrategia y actitud.
Nada más efectivo como tener una brújula para acertar sobre el camino elegido.
Y para seguir empujando la carreta, aunque la carreta esté destartalada pues tiempo hay y existirá para repararla.
Lo dijo el poeta Watt Whitman: “No dejes que termine el día sin haber crecido un poco”.
PASAMANOS: Y “crecer un poco” en cada nuevo amanecer como solía escribir, por ejemplo, Ernest Hemingway, quien cada día tenía la obligación literaria de escribir mil palabras y las que iba contando.
Ni una más pero tampoco ni una menos.
Luego, dejaba el brazo caliente en un pasaje, una anécdota, una charada, que al día siguiente le sirviera para continuar el relato como si nunca lo interrumpiera.
Y se iba con los amigos. Dos horas en el par de bares preferidos en Cuba y luego el resto del día en su yate a pescar en el Golfo de México.
CORREDORES: En el día con día, lo ideal, dice el sicólogo del barrio, ha de evaluarse el avance cotidiano.
Y si un día únicamente se cumplió con la mitad de la tarea, ni hablar. Pero al día siguiente aplicarse en la otra mitad más la jornada pendiente.
Y solo se alcanza cuando cada uno sabe y está consciente las razones de peso y con peso al tomar una decisión.
BALCONES: Cada día, aseguraba el escritor Ricardo Garibay, me trepo al ring y me agarro a madrazos con la vida.
Lo afirmaba, claro, en sentido figurado. Se describía remando la canoa en la tecleada de sus novelas, cuentos y crónicas.
Tan es así que fue compañero en la escuela primaria de Luis Echeverría Álvarez y cuando llegara a Palacio Nacional siempre le rechazó las invitaciones para volverse funcionario público.
En su objetivo se miró siempre un albañil de la palabra para pegar y pegar las letras en el relato literario y periodístico, sin apartarse nunca ni abandonarlo a cambio de un cargo federal.
PASILLOS: Fue el mismo caso del periodista con mayor autoridad moral en el siglo anterior. Don Francisco Martínez de la Vega, jefe de Información del semanario Siempre con José Pagés Llergo, el legendario y mítico reportero como fundador y director general.
Amigo del presidente Adolfo López Mateos lo invitó como director de PEMEX.
--Nada sé de PEMEX, le reviró.
--No te preocupes. Te nombro un grupo de asesores y tú decides.
--Gracias. Aquí seguiré. En el periodismo. Lo mío, fue la respuesta contundente del periodista al presidente de la república.
Uno y otro (Ricardo Garibay Martínez de la Vega) sabían la prioridad en sus vidas. El amor por las palabras. El amor por contar historias.
VENTANAS: Hay dos puntos de partida. Uno, conocer las cualidades, aptitudes y atributos que cada persona tiene para cultivarse y desarrollarse a plenitud.
Y dos, definir lo que cada uno desea ser y hace en la vida.
Entonces, precisados los caminos, tirarse cada día a las aguas profundas del río y nadar y nadar y nadar a la otra orilla.
A veces (ni hablar, “la vida es así y qué le vamos a hacer”), el camino está sembrado de espinas, cardos y abrojos y muchas, demasiadas pruebas interpuestas, incluso, por los jefes.
Pero sabiendo cada uno el objetivo, nada arredra, arrodilla, tambalea ni hacer perder la constancia y la disciplina.
Hacia el final del camino siempre hay un mundo mágico y maravilloso. (lv)