Un infierno llamado Veracruz
**Asaltado fuera del banco
**Se llevaron casi 2 millones
ESCALERAS: La incertidumbre, la zozobra y la inseguridad en Veracruz está cañona. Terrible y espantosa.
El viernes 8 de agosto, hacia las 16:30 horas, un hombre retiró un millón novecientos mil pesos de la sucursal de Santander en Boca del Río.
Luego salió a buscar su automóvil y en el camino lo asaltaron.
Los malandros se llevaron los casi dos millones de pesos.
Y se perdieron en la tarde intensa, volcánica y violenta de Boca del Río.
Luis Velázquez
Mejor dicho, del estado de Veracruz.
PASAMANOS: Cierto, mucha, demasiada, audacia del cuentahabiente para retirar la cantidad millonaria y llegar y salir solo del banco.
Caray, así como está la vida en el territorio jarocho, hasta a Superman lo habrían asaltado con un poquito de kriptonita.
Y ni hablar, y sin caer en la sicosis, los días y las noches de “la noche tibia y callada” de Agustín Lara se han vuelto el infierno.
Un infierno llamado Veracruz.
Antes, mucho antes, solía afirmarse que los empleados bancarios estaban asociados con los malandros y de inmediato les avisaban cuando un cuentahabiente retiraba cantidades significativas.
Ahora, la versión de que en los bancos prohibieron el uso del celular a los clientes por si las dudas andan de espías y los sicarios y pistoleros esperan afuera a la víctima.
CORREDORES: El Sistema Nacional de Seguridad Pública ha ubicado al Estado de Veracruz en uno de los primeros lugares nacionales con el robo a cuentahabientes de bancos.
Y entre las ciudades en la mira están Veracruz, Xalapa y Coatzacoalcos.
Indicativo cuando, por ejemplo, en la entidad jarocha existe la Guardia Nacional y los soldados y los marinos y la ex Fuerza Civil y las policías estatales y municipales y la policía bancaria y la policía privada.
Y aun cuando, claro, resulta difícil, una proeza, una hazaña mayúscula, blindar a todos y cada uno de los bancos, el asalto descomunal al cliente de Santander de Boca del Río son palabras mayores para tomar otras medidas, pues las actuales han fracasado.
BALCONES: La vida se ha vuelto un disparate en el solar jarocho. De norte a sur y de este a oeste.
Asaltos y crímenes en las carreteras y los caminos.
Homicidios y atracos a los autobuses del transporte urbano y foráneo de pasajeros.
Los ADO y AU asaltados en los viajes nocturnos de una comarca a otra.
Asaltos y asesinatos a las personas y familias en sus casas.
Y en las plazas comerciales.
Caray, asaltos a joyerías en la plaza comercial “Las Américas” de Boca del Río.
Y asaltos a los cafés en plaza “El Dorado” de Boca del Río.
Además, feminicidios, secuestros, desaparecidos, extorsiones, crímenes y fosas clandestinas.
Y en contraparte, la autoridad, digamos, en ascuas.
Con un discursito vendiendo esperanzas baratas, ramplonas, demagógicas y populares.
Pero sin aterrizar un programa efectivo, concreto y específico.
PASILLOS: Ya está dicho y escrito. Pero “como nadie hace caso” (Andrés Gide) necesita repetirse.
En cuarenta días y noches, el capitán Fernando Gutiérrez Barrios, gobernador de Veracruz en 1986, pacificó el Estado.
Tiempo aquel de la famosa “Sonora Matancera” (los carteles de la fecha) y en donde los caciques regionales eran dueños políticos y sociales de montón de municipios.
Entonces detuvo y encarceló al primero. Y al segundo. Y al tercero.
Y cuando los otros caciques advirtieron el manotazo de Gutiérrez Barrios huyeron de Veracruz.
Y en automático en los cuatro puntos cardinales se respiró con tranquilidad.
VENTANAS: Ahora, ha de recordarse, el góber de la 4T juró y perjuró en la campaña electoral y en el discurso de toma de posesión que pacificaría Veracruz en dos años.
Caminó el primero. El segundo. El tercero. El cuarto. El quinto. Y el sexto está por concluir.
Y en Boca del Río, a un cuentahabiente le robaron al salir del banco casi dos millones de pesos.