Veracruz, rico, y con gente jodida
I (Y van 78 gobernadores)
78 (setenta y ocho) gobernadores después resulta inverosímil que Veracruz, tan pródigo en recursos naturales como alardean por ahí, seis de los ocho millones de habitantes vivan en la miseria, la pobreza, la jodidez, el desempleo, el subempleo, los salarios pichurrientos, la migración a Estados Unidos, la inseguridad y la impunidad.
Y ahora cuando por vez primera ejercerá el poder una
Luis Velázquez
mujer ninguna duda, por lo pronto, de que empujará la carreta, pero destartalada.
Y por añadidura, con vientos huracanados en contra si es que en verdad, en verdad, en verdad, más allá del ejercicio frívolo del poder constitucional, existe vocación social para enaltecer la calidad del millón de indígenas, los dos millones de campesinos y los tres millones de obreros, sobre todo.
Cierto, “la burra no era arisca”, pero luego de más de setenta políticos ocupando la silla embrujada del palacio de gobierno, el sentir ciudadano gira y se mueve alrededor del desaliento y la frustración económica, social, educativa, de salud y certidumbre en los días y noches borrascosas.
El viejito del barrio asegura que cada seis años la vida se reinventa en el país y en Veracruz, claro.
Y cada cuatro años, en los municipios con los nuevos alcaldes.
Pero con todo y “cortarse las venas” en el discurso público…
Y con todo y los abracitos y apapachitos entre las tribus políticas, la realidad real es concreta y específica:
En Veracruz se vive, se ha vivido y “veinte y las malas” bien pudiera seguirse padeciendo el infierno.
Mejor dicho, en el rincón económico y social más arrinconado del reino del maestro Luzbel.
Desde luego, un aliciente si los programas sociales del Bienestar obradorista se reproducen, pues según parece fueron ya ungidos obligaciones constitucionales.
Y aun cuando a todas luces sirven para crear y recrear lealtades ciudadanas en las urnas para la generación morenaca, constituyen un aliciente, un vasito con agua a la mitad del desierto, para la gente jodida, la mayoría.
Pero, bueno, como los hechos son el único aval de un político de igual modo como para todos y cada uno de los ciudadanos, esperemos programas.
En nombre del “amor a Veracruz “ (ajá) podrán jurarse y volverse a jurar las utopías y que alguien por ahí define como “un lugar inexistente”.
Por ejemplo, en el siglo pasado, el priista Fernando López Arias en campaña electoral por la gubernatura acuñó el siguiente proverbio:
“Contra Veracruz nunca tendremos razón”.
Antonio López de Santa Anna, en la campaña electoral por la gubernatura, además del Dedazo, alardeaba en la mesa de los sacrificios su “amor a Veracruz” y que lo llevara a desempeñarse como jefe del Poder Ejecutivo estatal en tres ocasiones.
Incluso, con el “amor a México”, once veces presidente de la república.
Simplemente, “bajar el cielo y las estrellas” y la luna y la estela luminosa de los ovnis a la población mortal.
Prometer, ya se sabe, a nadie empobrece.
II (Los ricos solos se cuidan…)
Ultra contra súper jodidos los indígenas de las ocho regiones étnicas de Veracruz.
Caray, decenas, cientos, miles quizá (un millón de paisanos en Estados) en la migración al país vecino.
Y cuando allá pierden la vida, la familia indígena en Veracruz necesita botear para juntar una morrallita y pagar los gastos del cadáver de algún estado federativo a su pueblo.
Ultra contra súper jodidos los campesinos, luego de que la tierra, sus parcelitas, perdieran la capacidad química en las propiedades del suelo y la producción se desplomó.
Menos jodidos los obreros con el pago del salario mínimo.
Entonces, el desafío y pendiente número uno de las tribus políticas en el poder son ellos.
Los indígenas.
Los campesinos.
Los trabajadores.
El simple y legítimo derecho a vivir con dignidad.
Más, mucho más, en un Veracruz rico, inmensamente rico en los recursos naturales.
Lo dice Luiz Ignácio Lula da Silva, el político más honesto del continente:
Los ricos… ricos son y solos se cuidan.