Equilibrio humano
**Búsqueda inacabable
**Siempre como las panteras
UNO. Equilibrio humano
Entre uno de los hechos prodigiosos y mágicos de la vida está lograr el equilibrio humano en todo y con todo.
Incluso, más, mucho más, en los momentos adversos, rudos y duros, difíciles.
Por ejemplo, y como reza la canción, “cuando un amor se va”.
Luis Velázquez
Pero de igual modo, cuando lo despiden a uno de la chamba.
Peor, mucho peor, cuando el cese es injustificado. Digamos, por una intriga. Quizá, por un ajuste de cuentas políticas. Acaso porque la barbie en turno del patrón y/o del jefe así lo solicitó. Y debajo de las sábanas.
DOS. A la defensiva
De acuerdo con el sicólogo del barrio, lo ideal es mantenerse vigilante.
Como las panteras, a la contraofensiva.
Y como las águilas, volando en el cielo y a ras del suelo para advertir las primeras señales.
Aquella mañana, un hombre llamó a un amigo para saber las razones de su plantón para desayunar.
El amigo dijo: “¿Cómo quieres que esté si anoche mi amante terminó conmigo y me dijo que porque andaba con mi compadre?”.
El hombre devastado. Perdido todo el equilibrio, más que humano, sicológico. Más que sicológico, amoroso.
Casi casi como un quinceañero con el desencanto del primer amor. Y cuando por lo general el chico desea suicidarse.
TRES. Una brújula de regalo
Un amigo solía obsequiar una brújula a sus cuatro hijas cuando cumplían quince años.
“Ten… para que siempre mires la flecha y sepas el camino por donde vas”.
Y, claro, les platicaba sus vivencias y experiencias, digamos, como un eje rector.
Y les pedía que cuando fuera necesaria y ellas quisieran conversar ahí estaría en todo momento.
En Atenas, Diógenes tomó una lámpara y al mediodía con sol buscaba al hombre ideal para lograr el equilibrio social.
Por cierto, Diógenes decidió vivir en la miseria y convirtió la pobreza en una gran virtud humana.
CUATRO. Pensar y hacer
El equilibrio entre el decir y el pensar.
El equilibrio entre la forma de vida que se puede tener y la forma de vida deseada.
Y lo más importante, sin vivir pensando en lo que otros poseen porque en automático la vida se deteriora.
Y la persona suele frustrarse en un dos por tres.
El equilibrio entre el trabajo que pudo obtener y el trabajo, digamos, mejor, de los otros.
Por eso quizá, Miguel de Unamuno escribió:
“Nada de lo humano me es ajeno”.
Y fue dichoso y feliz.
CINCO. Riesgo de perder la serenidad
Claro, claro, claro, el equilibrio también suele perderse con los placeres físicos y emocionales.
Por ejemplo, el alcohol, la droga y el sexo.
La codicia y la ambición sin límites y sin escrúpulos.
En la pobreza, el adolescente y joven Albert Camus, futuro Nobel de Literatura, descubrió la felicidad y la dicha en la playa jugando con los amigos algún deporte, nadando, corriendo a la orilla de la playa, tocando la guitarra, cantando todos y leyendo a la caía del sol en la tarde tibia y fresca.
SEIS. Búsqueda inacabable
Nunca cesa la lucha por un ideal, un objetivo, un satisfactor, un bien.
Pero siempre, observa el sicólogo del barrio, de acuerdo con las posibilidades humanas, los atributos, las cualidades, la inteligencia, el talento, la energía, la fuerza de voluntad, la experiencia, las vivencias, las relaciones… de cada uno.
Más si se considera que, por lo general, el ser humano siempre quiere más y más.
Aunque en el camino descarrile y termine empinado…