Arraigado sedentarismo
**Enfermedades y achaques
**Ganar tiempo al tiempo
UNO. Sedentarismo arraigado
La Organización Mundial de la Salud, OMS, lanza la alerta: tres de cada diez personas en el mundo son sedentarias.
Y la vida sedentaria (vivir sin ejercitar los músculos) expone a cada ser humano a los siguientes males y enfermedades:
Uno, infartos de miocardio. Dos, accidentes cerebrovasculares.
Luis Velázquez
Tres, diabetes. Cuatro, demencia.
Cuatro, cánceres. Los más frecuentes, de mama y colon.
La salud física y la salud mental, en riesgo.
El 31 por ciento de la población adulta, expuesta a padecer enfermedades crónicas.
Y lo peor, reducir la expectativa de vida saludable (La Jornada, Laura Poy Solano).
DOS. Nadie hace caso…
Lo escribió Andrés Gide: “Todo está dicho. Pero como nadie hace caso necesita repetirse”.
Bueno, se habría referido, digamos, a las personas, a la gente, a las mujeres y a los hombres.
Y es que, por ejemplo, algunas instituciones de salud suelen poner al personal al ejercicio cotidiano.
Tiempo existió cuando Antonio Benítez Lucho, delegado del IMSS, se ponía a bailar zumba con las trabajadoras a una hora del día.
Y como la práctica era frecuente, Benítez Lucho era un experto bailando, digamos, mejor que Resortes y Cantinflas, juntos.
TRES. Papada y panza son primero
La vida sedentaria hace crecer la papada y la panza.
Y lo peor, la panza gigantesca, tamaño Rotoplas, cargada apenas, apenitas, por el par de piernitas, muchas veces, como la canción de “Popotitos”, puros huesitos.
Y, claro, las piernas se van deformando y hasta convirtiéndose en patitas de elefante.
Por eso mismo, la vigencia del dicho popular de que “todo lo que come se le va al trasero”.
La urgencia, pues, de la actividad física de los seres humanos para dar vida a la vida misma.
CUATRO. El camino al infierno sembrado de buenas intenciones
Lo ideal, claro (y tan sencillo) es levantarse cada mañana una media hora antes para caminar en el parque de la esquina y/o en el bulevar y el malecón y/o en el estadio de béisbol.
Y/o en la orilla de la playa de cara al Golfo de México y hasta con los pies descalzos para agarrar la fuerza química de la arena.
Incluso, si se pudiera, meterse a la zumba con los amigos.
Nadar un ratito, aunque sea chapoteando, en la alberca del centro deportivo.
Jugar básquet, voli y/o futbol, tenis, pádel, en la mañana o en la noche según el horario de cada uno.
Y, claro, junto al ejercicio la disciplina gastronómica para comer, pues de nada sirve ejercitarse si luego la persona se atraganta con las picadas y las gordas y los panes y los refrescos de cola.
CINCO. Basta de sermones…
De por medio está la salud… de cada uno.
Y nadie, desde luego, necesita sermones para entender y comprender las ventajas y las desventajas.
Nada más impresionante toparse muchos años después con un amigo a quien ha dejado de verse y de pronto, digamos, envejecido, sin poder reconocerse, sin la chispa de vivir, sin el ingenio tan característico que resplandecía su vida.
SEIS. El cuerpo envejecido…
Entonces, un amigo dice al otro, pero también, una exnovia al exnovio: “Hace como treinta, cuarenta kilos… que no nos veíamos”.
Un joven deportista decía: “Yo no quiero dejar que mi cuerpo envejezca”.
Y varias décadas después, su cuerpo envejecido… como un gordo, gordo, gordo.
Tres de cada diez personas con vida sedentaria.
Y en tales circunstancias, una utopía soñar con que la calidad de la salud pública en la república “amorosa y humanística” estaría a la altura de Dinamarca, el país ideal en la materia.