Los últimos días en el Estado jarocho:
En Jalcomulco, una mujer asesinada. Y en el carnaval, hacia las siete de la noche cuando de pronto sonaron los balazos.
Y la gente a correr. En estampida para evitar un plomazo, una bala perdida.
Su identidad, desconocida.
En Antón Lizardo, municipio de Alvarado, otra mujer asesinada.
Y a puñaladas, caray. Una tras otra hasta quitarle la vida como si fuera mujer lapidada en el Medio Oriente.
Margarita Domínguez.
Y en Catemaco, otra mujer y degollada.
Luego enseguida, en el boletín oficial que era indigente… como desconociendo que era una vida humana.
Además, en el boletín que habrá sido su culpa porque era adicta a las drogas.
Fue en la colonia popular, El Paraíso.
Y la señora pasó del paraíso al infierno.
Tres feminicidios.
Un feminicidio, la mujer asesinada a plomazos.
En otro, la mujer apuñalada.
Y en el otro caso, la mujer degollada.
Y si de agravante sirve, entonces, crímenes de mujeres.
Nunca en la historia de los 78 (setenta y ocho) gobernadores ocupando la silla embrujada del palacio de gobierno de Xalapa, el peor saldo para la población femenina.
Más hoy en un Veracruz (como en el resto de la nación) donde seis de cada diez habitantes son mujeres.
Y con tantas ONG defendiendo la integridad femenina.
Y con 33 (treinta y tres) Colectivos, integrados con padres con hijas secuestradas y desaparecidas buscando a las suyas.
Y con tanto activismo de académicas universitarias.
Y con tantos libros, crónicas, reportajes, canciones, filmes cinematográficos, obras teatrales, en defensa de la mujer.
Y con tantos plantones en el zócalo de la Ciudad de México.
Y con tantos Memoriales del Recuerdo para visibilizar la historia personal de cada mujer plagiada y desaparecida, quizá ultrajada, acaso asesinada y enterrada en fosa clandestina.
Cuitláhuac García Jiménez y los suyos entrando a la historia local como los peores entre los peores gobernantes.
Y siempre, “dándose golpes de pecho” y “lavándose las manos” sobre su incapacidad, ineficiencia e ineficacia manifiesta, probada y comprobada.
Cuando Javier Duarte salió huyendo de Xalapa camino a Guatemala y en donde fue aprehendido, siempre trascendió que había sido el peor.
Pero equivocados estábamos todos.
El peor entre los peores se llama Cuitláhuac, a quien AMLO, el Señor Presidente, ha vitoreado como el político más honesto (y, que, bueno, estará por verse) de cara al Golfo de México.
Y ni hablar, como el hijo predilecto de Macuspana impuso a Cuitláhuac como candidato y lo llevó al triunfo en las urnas, ni modo de exponerlo a la deriva… con tantos feminicidios.
De ser tal cual sería el reconocimiento público de que AMLO se equivocó con su elección.