Una gente, por ejemplo, suele ocupar las horas del día en el cafecito. Y el cafecito al mediodía y en la tarde.
Con los amigos. Los iguales. Los compañeros de trabajo. Y por lo general, recordando los días vividos en la empresa, la oficina, el taller, el despacho, el surco.

PASAMANOS: Otros, de plano, prefieren encerrarse en casa y volverse ermitaños.
Mejor dicho, aprendiendo las tareas del hogar para ayudar y/o en todo caso, relevar a la pareja.
Digamos, si el hombre fue jubilado, entonces, el hombre pensiona a la esposa y la sustituye en la limpieza diaria de la casa y en la guisada en la cocina y hasta en la lavada de ropa y que, bueno, finalmente, la lavadora se encarga.
Pero de cualquier tienen horas vacías. Y lo peor de todo, el riesgo del aburrimiento. El hastío.

CORREDORES: De entrada, si bien les fue con la pensión, entonces, tienen satisfechas las necesidades básicas.
Claro, con una vida sin placeres ni lujos. Digamos, viajes en el mundo y por el mundo.
Entonces, el gran desafío fuera de serie es ocupar el día y hasta parte de la noche en alguna tareíta por ahí.
Quizá como aquella gitana en un cuento de Gabriel García Márquez que se alquilaba de casa en casa para soñar.
Y, claro, su acierto era soñar cosas y hechos alrededor de la vida de la familia que la contrataba.

BALCONES: Algunos jubilados, por ejemplo, se ofrecen como choferes de los nietos. Y van por ellos a casa para llevar a la escuela y están pendientes de la hora de salida para el regreso al domicilio particular.
Y en la tardecita, a la alberca y/o con los amigos para hacer la tarea y jugar.
Toda una responsabilidad. Y lo insólito, de gratis. El objetivo es claro: ocuparse. Y sentirse útil.
Tiempo, incluso, para estar más tiempo con la familia. En el caso, los nietos. Más, si cuando el jubilado laboraba y pasaba el mayor número de horas del día en la chamba.
Una especie de pagar culpas.

PASILLOS: Algunos jubilados se ocupan todos los días de leer. Y escuchar música en la tarde/noche. Y el fin de semana, zambullirse en el cine mirando unas dos películas.
Dichosos y felices porque hay quienes leen un libro por día si son unas cien páginas. Un libro cada dos días si el libro llega a las doscientas páginas.
Hay quienes, por ejemplo, después de leer resumen el contenido en una libreta escolar como un ejercicio literario para contar historias.
Pero también, para retener la lectura y hasta para contarla a los amigos con un cafecito.

VENTANAS: Unos seniles suelen tener un perrito y lo pasean en el parque de la esquina en la mañana y la tarde.
Y otros, tienen un pedacito de jardín y han sembrado hortalizas y flores y cada mañana, antes de la salida del sol, están pendientes para regarse y abonarse.
Y regar el pasto alrededor de las plantitas.
En conjunto, una especie de terapia mágica de ocupación.
Simplemente, sentirse útil.
Una pareja de jubilados suele bailar en las tardes en su casa como si bailaran danzón en el zócalo jarocho.
Lo importante es mantenerse ocupado para evitar las malas jugadas de la imaginación loca que suele tenerse.