Incluso, hasta exponer la vida atrás, digamos, de la noticia en el caso de los periodistas y alcanzar los niveles más alto de la imaginación y la sorpresa en el caso de los escritores.
Dante Alighieri, por ejemplo, descendiendo al infierno rastreando la pista de los llamados Siete Círculos del Infierno.
Zeus enviando a la tierra a Pandora con la caja siniestra y sórdida conteniendo los peores sentimientos de la vida.

DOS. El primer enviado especial del mundo

Cuatrocientos años antes de Cristo, Herodoto agarró camino al continente asiático.
Y luego de conocer otros mundos jamás soñados escribió “Los siete libros de la historia”.
André Malraux, un explorador de riquezas escondidas en el otro extremo del planeta hasta advertir con precisión meridiana el invento de sus neuronas desbordadas.
Ernest Hemingway cazando en África leones, tigres y elefantes y de vez en vez, ni modo, disparando a las palomas.
Malcolm Lowry, poeta y novelista, viajando a Cuernavaca para escribir “Bajo el volcán”, pero al mismo tiempo, encaramarse en un viaje esotérico de alcohol y la droga.

TRES. De México a Rusia

John Reed, reporteando y escribiendo “México Insurgente” sobre la revolución mexicana y “Diez días que estremecieron el mundo” sobre la revolución rusa.
Y lo insólito, escribir el último libro soñando con el socialismo y escribirlo ni más ni menos en diez días (el historiador dice que en nueve días) tecleando entre catorce y dieciséis horas diarias.
Martín Luis Guzmán reporteando la revolución, igual que Reed, y escribiendo hasta su libro estelar “Memorias de Pancho Villa”.

CUATRO. El gran trotamundos

El escritor y cronista argentino, Martín Caparrós, viajando en los cinco continentes para escribir su gran reportero sobre el hambre y publicando un libro intitulado igual, “El hambre”, tiempo de la dura y ruda hambruna en el planeta.
Gabriel García Márquez, el gran trotamundos, quien a los veinte años de edad (igual que Hemingway) ya estaba en París camino a un viaje a los países socialistas en el volcho de un amigo y una mujer de compañía.
La aventura de Octavio Paz Lozano en la India, tiempo cuando meses después renunciara a la Embajada por la masacre en la plaza de Tlatelolco en el viejo Distrito Federal el dos de octubre del año 1968 de Gustavo Díaz Ordaz.

CINCO. 8 idiomas hablaba un reportero

El cronista y escritor polaco, Ryzard Kapuscinsky, quien dominaba ocho idiomas, enviado especial a veinticinco frentes bélicos y que le permitieran escribir cincuenta libros, unos quince, aprox., traducidos al español.
Mario Vargas Llosa como enviado especial, entre otros países, y en el siglo pasado, a cubrir la lucha geográfica entre Palestina con la Franja de Gaza e Israel, todavía vigente hoy en las noticias mundiales.
El escritor argentino, Julio Cortázar, moviéndose de París, Francia, donde vivía, a la Cuba de Fidel Castro Ruz y a la Nicaragua de los sandinistas (cuando eran puros y angelicales) para cronicar el par de revoluciones.

SEIS. El talón del Rocinante

La aventura, pues.
En el rancho dicen por ahí que un periodista, un escritor incluso, suelen tener el talón del Rocinante de El Quijote de la Mancha y de Sancho Panza, el fiel escudero y “a prueba de bomba” en la lealtad perruna.
Casi casi el talón de Aquiles de Ernesto el Che Guevara trascendido en el mundo y desde el siglo anterior como el más grande aventurero luego de su viaje en motocicleta por América Latina conociendo la miseria y la pobreza.
Y después en México. Y en Sierra Maestra en Cuba. Y en La Habana. Y en el Congo. Y en Bolivia, donde lo asesinaron soñando con un Vietnam en Argentina, su pueblo.