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Escenarios
Martes 16 abril, 2024

Ermitaños S.A. de C.V.

**Herencia del COVID
**Aislados de todos

UNO. Clausurada vida social

Los tres años del COVID enseñaron a volverse ermitaños. Vivir enclaustrados en casa y el departamento.
La amenaza, claro, de que la pandemia está latente. Pero al mismo tiempo, una nueva cultura para vivir.
Lejos, como dicen en el rancho, “del mundanal ruido”.

Luis Velázquez

Más, por ejemplo, si se trabaja en una empresa, un negocio, una fábrica, un taller, donde los jefes permitan cumplir la jornada laboral desde casa.
¡Oh, Internet, gracias por existir!

DOS. Ancianos felices

Está probado y comprobado que los más dichosos y felices con el encierro en casa son los seniles.
Las personas, digamos, jubiladas y pensionadas. Incluso, las personas sin pensión y que dura y terrible será la vida para ellos.
Pero con todo, nada tan placentero como pasar las horas del día, por ejemplo, haciendo tareas domésticas.
Leyendo. Escuchando música. Quizá platicando por ahí. Durmiendo, vaya.
Y si todavía se está en la faena laboral, desde la computadora cumplir en tiempo y forma con el pendiente de cada día.
Gracias al Internet, por ejemplo, la forma efectiva de querer, encariñarse y amar a la pareja y los hijos y los compadritos y los amigos es llamarse por teléfono y hasta mirarse en las videollamadas.
Y apoltronados en el reposé y/o el sillón tlacoltapeño, el sofá.

TRES. Vocación de monjes

En todo caso, si por ahí existen personas a quienes el encierro en casa significa la peor cárcel de la vida, entonces, que ellos visiten a los amigos y cuates ermitaños.
Un cafecito casero en casa. Un desayunito a base de picadas y gordas caseras. Una horchatita.
Y es que, ni hablar, no todos tienen la vocación de una monja, un monje, para aislarse del mundo y vivir en las cuatro paredes de un depa y una casa.

CUATRO. Mucha violencia en la calle

Además, y así como está la violencia tan descarrilada, millón de veces quedar en casa.
Claro, el temor, el pánico y el miedo a que en la propia casa donde se vive la persona sea secuestrada y desaparecida como ha sucedido en los últimos años en Veracruz, por ejemplo.
Quizá también en el resto de la república.
Pero sintiendo y pensando con una buena vibra y mejor karma, nada mejor para las neuronas y el corazón que calibrar la vida con sentido positivo.
Confiando, ajá, en que nunca en casa se padecerá un sobresalto.

CINCO. Facilitar la vida

Por ejemplo, desde entonces, montón de tiendas y restaurantes y fonditas ofrecen servicio a domicilio.
Igual, igualito, como desde antes las farmacias y una que otra fondita con comida casera cien por ciento.
Entonces, basta y sobra con una llamadita telefónica para que en menos de lo que canta el gallito bíblico el servicio llegue.
Y con los alimentos, por ejemplo, bien calientitos.
Vaya, en el tiempo del coronavirus los centros taiboleros ofrecían streap-tease a domicilio con chicas fabulosas.
Quizá fue una novedad porque hacia el segundo año del COVID fue cancelado.

SEIS. Ermitaños Anónimos

Pero, bueno, la mitad de la población y una buena parte de la otra mitad se ha vuelto ermitaña.
Y lo más indicativo, ya se acostumbró sin que por ahí, de pronto, asalte una angustia descarrilada por tanto encierro.
Casi casi como la vida de los reclusos en los penales regionales mirando el cielo por una rendija de la celda.
Al paso que vamos bien valdría la pena crear la Asociación de Ermitaños Anónimos y enlazarse a través del Internet con las redes sociales y el WhatsApp.
Quizá con las videollamadas enlazadas.


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