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Viernes 12 abril, 2024

AMLO, saberse idolatrado

**AMLO, sentirse infalible
**Mesías en carne y hueso

ESCALERAS: Hay de ejes rectores en AMLO, el presidente. Uno, “saberse idolatrado”. Y Dos, “sentirse infalible” de acuerdo con la politóloga Denise Dresser, en su último libro, “¿Qué sigue?, veinte lecciones parea ser ciudadano ante un país en riesgo”, editorial Aguilar.
A tono, digamos, con el llamado culto a la personalidad.

Luis Velázquez

Más cuando está probado y comprobado que la frivolidad y la vanidad y que forman parte de la naturaleza humana se vuelven talones de Aquiles de una persona.
Más, de un personaje.
En política, como en la vida, nada superior a sentirse importante.
Casi casi, un dios terrenal.
“Hay días cuando me siento dios” exclamaba el emperador Calígula.

PASAMANOS: Lo dijo, y sin estudios superiores en Harvard o la Sorbona, Eufemio Zapata, el hermano menor del Caudillo del Sur, Emiliano: “La silla del palacio está embrujada, pues a todos marea y enloquece”.
Y con frecuencia, hace perder el piso y las personas en el poder terminan levitando.
Famosa la frase memorable, citable y bíblica:
Si un político encumbrado se equivoca, entonces vuelve a mandar pues nada pasa.
Y ni modo que por ahí un subordinado lo evidencie y cuestione porque en automático pierde la chamba y el cargo público.
Y si es posible hasta lo desaparecen y fusilan.

CORREDORES: Bastaría referir que en el ejercicio del poder, el jefe de jefe termina idolatrándose, amándose… a sí mismo.
Adolf Hitler, José Stalin, Benito Mussolini, Francisco Franco, Rafael Leónides Trujillo, Benito Juárez García y Porfirio Díaz Mori se adoraron ellos mismos.
Leónides Trujillo, por ejemplo, anotaba en una libretita escolar los nombres de las mil amantes que alardeaba tuviera en la vida política.
El dictador de Uganda, Idi Amín, advertía a las mujeres: “Me amas o te mato”. Y las mataba si lo rechazaban.

BALCONES: Ningún presidente de la república como Andrés Manuel López Obrador ha ejercido el culto a la personalidad con tanta intensidad volcánica.
Simplemente, su palabra es la ley. Estás conmigo o contra mí. “Si te cachan, te echas la culpa y te callas” y nada pasa ni pasará.
Y desde “La mañanera” en el Palacio Nacional, yo, el jefe del Poder Ejecutivo federal, te protegeré y blindaré.
Más, como en el caso, cuando AMLO ha ganado veintidós gubernaturas.
Casi casi como en el tiempo de “La dictadura perfecta” del PRI (más de setenta años) en que si perdía en las urnas ganaba en los tribunales.

PASILLOS: Durante seis años, AMLO se la pasó diciendo a Vicente Fox “¡ya cállate, chachalaca!”.
Ahora, los subalternos obradoristas, desde secretarios de los gabinetes legal y ampliado y desde gubernaturas y parte de los Poderes Legislativo y Judicial se congracian con AMLO repitiendo “como chachalacas” las frases obradoristas de “La mañanera”, como el caso indicativo y significativo de Cuitláhuac García pues hasta ahí le alcanzan las neuronas.
Incluso, creyendo que el presidente tiene una varita mágica para resolver en automático los graves pendientes sociales y económicos de la nación.

VENTANAS: En contraparte, parte sustancial de los jodidos (campesinos sembrando árboles, ninis y ancianos, por ejemplo) domesticados con las bequitas bimensuales de los programas sociales.
Domesticados los políticos opositores desertando de sus partidos para vestirse con los colores guinda y marrón de un nuevo cargo público.
Domesticados los gobernadores de MORENA.
Domesticada parte de la prensa, igual, igualito de cuando el tiempo priista y panista en Palacio Nacional.
Domesticados parte de los intelectuales, escritores, historiadores y ensayistas.
Entonces, la estrategia, digamos, perfecta, ideal, para ganar elecciones.
Lo dijo Antonio López de Santa Anna en ocho palabritas: “El hombre es nada. El poder es todo”.


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