Más, mucho más, cuando cada seis años se reproduce la cantaleta.

PASAMANOS: Más luego del asalto en las Cumbres de Maltrata al obispo de Orizaba, Francisco Eduardo Cervantes Merino y dos sacerdotes.
Más luego de que las feligresas de un templo en Xalapa fueron asaltadas una tarde cuando rezaban el rosario.
Más, después de los asaltos de la delincuencia común a iglesias y en donde se han llevado hasta el Santísimo.
Y de paso, como en otras iglesias, las limosnas.
Y, claro, en el secreto de la confesión los ministros de Dios escuchando historias desgarradoras de mujeres feminizadas, secuestros, desapariciones y fosas clandestinas.
En Veracruz, por ejemplo, el testimonio inapelable de peso y con peso con treinta y dos Colectivos, integrados con padres con hijos y pariente plagiados y desaparecidos.
Cada vez, más y más Colectivos formándose en los cuatro puntos cardinales.

CORREDORES: En el caso de Veracruz, desde el sexenio de Javier Duarte (2010/2016), la delincuencia organizada adueñada de la vida cotidiana.
Un Veracruz ensangrentado desde entonces y multiplicado con los años.
Entonces, toda la razón del mundo para el obispo Carlos Briseño.
“Ningún candidato nos va a dar lo que nosotros queramos”.
Mejor dicho, lo que cada familia necesita como es, primero, certidumbre, seguridad y justicia (simplemente justicia) en el diario vivir.
Y segundo, mejores oportunidades laborales en un Veracruz roído por el desempleo, el subempleo, los salarios miserables y la migración a Estados Unidos.

BALCONES: Y como dice el obispo, solo queda “luchar y chambear”.
Luchar y chambear. Luchar y chambear… para que cada persona, cada jefe de familia, se vaya abriendo paso, ojalá.
Como dicen por ahí, empujando la carreta, pateando el balón, remando la canoa.
Allá los políticos encumbrados que sigan “ordeñando la vaca y metiendo la mano al cajón”, una fama pública de la que ningún partido político se ha librado ni ha podido librarse y como están las cosas, se librará.
Por eso, el juramento de los candidatos de combatir la corrupción significa una farsa, una estafa, una mentira, “una tomadura de pelo”, casi casi una soberana mentada de madre.

PASILLOS: Bastaría leer y releer la lista de los candidatos de los partidos a diputados federales y locales tanto unis como pluris.
En términos generales, políticos ideales para un museo otra vez resucitados.
Familiares (hijos, hermanos, tíos) en la lista.
Incluso, y como desde Venustiano Carranza, Pancho Villa, Emiliano Zapata y Plutarco Elías Calles, las barbies del momento para una curul.
Y, claro, los amigos, los socios, los aliados y los cómplices del jefe político, favorecidos con una nominación.
Se llama nepotismo. Tráfico de influencias.
Lo dijo la Fiscal General cuando tomara posesión: “Aquí mando yo”.
Como si la Fiscalía fuera la gerencia general de una empresa propia.

VENTANAS: Famosa la realidad social de “los acarreados”, la compra de votos, las urnas embarazadas, el manipuleo de los programas sociales para ganar las elecciones, las acusaciones mutuas de políticos corruptos.
Entre tantas otras pillerías.
Y en el otro lado, con todo el cinismo del mundo declarándose honestos, honestos, honestos…