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Sábado 23 marzo, 2024

No confiar en nadie

**Cátedra de Pancho Villa
**Y Emiliano Zapata

ESCALERAS: Pancho Villa y Emiliano Zapata, el par de campesinos modestos y sencillos convertidos en héroes patrios, heredaron una sabia enseñanza, la siguiente:
“No confiar en nadie” de acuerdo con las sabrosísimas crónicas de John Reed en el libro periodístico, “México insurgente”.
Historias de los cuatro meses que pasó con Villa en el norte de México reporteando para su medio en Estados Unidos.

Luis Velázquez

Mucho años después, Mario Almada, El Texano, en la película “El infierno”, del cineasta Luis Estrada, diría a Joaquín Cosío, “El cochiloco”: “Mire mi querido Cochi, le voy a dar un buen consejo como amigo: Confiar es bueno, pero no confiar es mejor”.

PASAMANOS: Tanto Villa como Zapata aprendieron de la vida a ser desconfiados que, por ejemplo, uno y otro, cada noche se despedían de sus escoltas y generales y tenientes.
Entonces, algunas veces trepaban a sus caballos seguiditos por sus perritos, sus mascotas, y se perdían en la noche.
Otras ocasiones, se iban caminando “asegún” para dormir atrás de un árbol y hasta prendían una fogata a lo lejos para inspirar, ajá, la certeza de que ahí estaban.
Pero al mismo tiempo, agarraban camino y se perdían.
Y nadie sabía dónde pasaban la noche.
Simplemente, porque Villa y Zapata vivieron con el temor de una traición, incluso, de los amigos, considerando que en la vida los amigos son los únicos que traicionan pues los enemigos… enemigos son.

CORREDORES: Villa, por ejemplo, tenía la costumbre de caer de sorpresa a la mitad de la noche en un campamento para checar si reposaban o se embriagaban pues al día siguiente la lucha en el campo de batalla los esperaba.
Más, porque Villa era abstemio y nunca, jamás, tampoco, fumaba.
En contraparte, se la pasaba bailando toda una noche y el día y la noche siguiente y al tercer día hasta el mediodía.

BALCONES: De Zapata se afirma que en las noches siempre buscaba una mujer con quien pasar la madrugada.
Y como era buen faldero, entonces, solía caer de sorpresa a la mujer en su casa y se iban al monte a dormir.
Al día siguiente, temprano, aparecía en su campamento listos todos para seguir luchando en defensa de la tierra.
Por desgracia, tan desconfiado era que el teniente Jesús Guajardo lo convenció de que era su amigo.
Y luego de ganar su amistad, Guajardo lo invitó a su hacienda en Chinameca para un banquetazo y lo emboscó.
Desde entonces, en Morelos cuentan que en las noches Emiliano Zapata cabalga en las montañas.

PASILLOS: La sabia enseñanza de Villa y Zapata es fundamental en la vida.
No confiar en nadie.
Jamás creer en la palabra, la promesa y la venta de esperanzas burdas, ramplonas, baratas, demagógicas y populistas de los demás.
Y menos, mucho menos, creer en la verba de un político, entre otras cositas y hechos, ofreciendo un empleo pronto, pronto, pronto, antes de que el gallito bíblico (gallito de oro) cante tres veces.

VENTANAS: De por sí, la vida es muy dura.
Bastaría evocar el dicho ranchero, “el camino al infierno está sembrado de buenas intenciones”.
Mucho peor cuando, por ejemplo, la persona cree una vez, dos veces, tres veces, en otra, y siempre la engañan y estafan y atropellan su dignidad humana.
Indicativo, porque de acuerdo con el sicólogo y el terapeuta familiar el día cuando una persona permite que ofendan y lastimen su dignidad significa quedar desarmado y a la intemperie y la deriva económica y social.
Por eso, en vez de tener la estampita de un santo en la cartera, nada mejor que incluir las estampitas de Villa y Zapata para recordar cada día, cada noche, cada hora, que confiar en otros conduce al infierno personal y familiar.


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