Simplemente, y como escribió la politóloga y maestra Denise Dresser, para proyectarse como un ser superior, un político ultra contra súper fregón, ante sus cinco héroes.
Vaya, ser más, mucho más que ellos y con todo y las grandes hazañas (además de los pecados mortales) cometido por los cinco y cada uno.

PASAMANOS: Yo, el honesto. Yo, el inmaculado. Yo, ángel de la pureza. Yo, el Estadista. Yo, el justiciero. Yo, el amigo de los pobres. Yo, el modelo universal de presidente de la república.
Y, bueno, cuando vamos en el último año del viaje sexenal, habría de preguntar “a mano alzada y en una encuesta de salida” si la mayoría población está segura, cierta, de que AMLO fue, ha sido, es más grande que Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero y Cárdenas.
Juárez, incluso, como el presidente que también ingresara a la historia como el político cometiendo el primer fraude electoral, y a quien, por cierto, siguieran con la misma práctica Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz Mori.
Y la mayoría de los expresidentes de la república a partir, digamos, de Plutarco Elías Calles.

CORREDORES: Madero, por ejemplo, cometiendo como primer acto presidencial la indemnización a sus familiares por las haciendas expropiadas en la Revolución.
Imponiendo a un tío como secretario de Hacienda y a un hermano, Gustavo, el menor, como ministro sin Cartera y diputado federal, además de subvencionar con el erario un periódico, Nueva Era, para revirar a la conjura de Victoriano Huerta, Félix Díaz (el sobrino de Porfirio Díaz Mori) y el Embajador de Estados Unidos.

BALCONES: AMLO, el presidente, más grande como Estadista que Cárdenas, quien por cierto nunca, jamás, se ocupó ni contestó a la prensa crítica nacional y extranjera cuando expropiara la industria petrolera y los latifundios, todos, en manos de magnates de Estados Unidos, Inglaterra, España y Francia.
Bastaría referir que nunca en la historia nacional tanto culto a la personalidad presidencial alcanzó “la plenitud del pinche poder”.

PASILLOS: Nunca Juárez, Madero y Cárdenas se agarraron “en dimes y diretes” con la prensa.
Tampoco con los magnates de la época midiendo fuerzas.
El caso de Cárdenas, por ejemplo:
Por aquí exilió a Los Angeles a Plutarco Elías Calles para que lo dejara ejercer el poder en paz, al día siguiente los diputados federales callistas amanecieron cardenistas.
Y al día siguiente, los gobernadores callistas se declararon cardenistas.
Y hasta los jefes militares del país.
Y Cárdenas sin mover un dedo. Esperando y calibrando reacciones.
Un Estadista nato.
Aplicando a plenitud la fuerza presidencial sin necesidad de exhibir el puño y los bíceps.

VENTANAS: En el tiempo político, social, moral y electoral (más que los llamados Servidores de la Nación (casi casi las Camisas Rojas de Tomás Garrido Canabal) y más que los chairos y más que los abuelitos, ninis y campesinos sembrando árboles) determinarán si AMLO fue más grande que Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero y Cárdenas.
Mínimo, si habría “pisado los talones” de algunos de los cinco, incluidos los héroes patrios incorporados en el viaje sexenal, entre otros, Pancho Villa y Ricardo Flores Magón.
Vicente Fox tuvo de heroína a la Virgencita de Guadalupe.
Felipe Calderón Hinojosa a “El hijo desobediente”.
Y Enrique Peña Nieto a “La gaviota”.