Le reto a que presente las escrituras de las propiedades en mención.
No evada el tema.
No trate de desviarlo y minimizarlo.
Es un asunto serio y muy grave.
Usted está lejos de lo que ha dicho el Presidente una y otra vez.
No mentir.
No robar.
No traicionar”.
En tanto, Nahle, la candidata de AMLO, el presidente, moviéndose en unas siete, ocho camionetas con cincuenta escoltas, temerosa quizá, quizá, quizá, del tsunami de carteles y cartelitos de norte a sur y de este a oeste de Veracruz, un Veracruz ensangrentado, revira a Castagné del siguiente modo, a todas luces, evasivas, las grandes evasivas.
Y de ñapa, encaramándose en las valencias de López Obrador:
“Bien lo ha dicho nuestro presidente @lopezobrador_ una y otra vez:
La “Calumnia cuando no mancha Tizna”.
Por eso, la mitad de los ciudadanos ocupados de la pelea política electoral y la otra mitad se preguntan el desenlace del reality-show.
Posible desenlace.
Y el viejito del barrio apuesta los siguientes escenarios:
Uno:
Igual que con la política de don Adolfo Ruiz Cortines, Nahle apostará a que el asunto de la mansión en El Dorado se vaya diluyendo hasta en el limbo.
Mejor dicho, en la nada.
Y la nada es nada.
Dos:
Si Nahle y su esposo se declaran ángeles de la pureza, entonces, mínimo, interponer una denuncia penal en contra de Arturo Castagné, por ejemplo, por calumnias, difamación y hasta daño moral.
Tres:
Arturo Castagné también interpondría una denuncia civil y penal en contra de Nahle y su esposo para y en nombre de la rendición de cuentas demostrar, en todo caso, primero, que en ningún momento son dueños de la mansión de El Dorado y otros lotes.
Y segundo, si son propietarios se trata de dinerito ganado “con el sudor de su frente”.
El riesgo, incluso, de que Cuitláhuac García Jiménez, gobernador en funciones, tramara con su Fiscalía General un operativo para detener a Arturo Castagné por daño moral contra Nahle, digamos.
Y por eso mismo, “veinte y las malas” que Castagné ya tiene equipo de abogados especialistas en derecho civil y penal para enfrentar cualquier emboscada.
La moneda está “dando vueltas en el aire contaminado”.
Más cuando ha brincado al escenario nacional, por ejemplo, en la prensa defeña.

II (Nada de lo humano le es ajeno)
El señor Arturo Castagné fue conocido en Veracruz y Puebla y en el país cuando le asesinaran a un hijo de 18 años de edad en Puebla en un asalto.
Únicamente para el robo.
También fue funcionario público.
Por ejemplo, subsecretario de Agricultura con el góber Miguel Alemán Velasco.
Y director de Promoción y Desarrollo Económico en la secretaría de Desarrollo Económico y Portuario.
Hoy, activista social.
Conoce, entonces, los recovecos del poder público y político y como dijera Unamuno, “nada de lo humano le es ajeno”.
Sabe, por ejemplo, de la posibilidad de un político encumbrado para vivir, digamos, “con la medianía del salario”.
Pero de igual modo, conoce de los (posibles) trastupijes de otros políticos para “ordeñar la vaca y meter la mano al cajón”.
Y desde luego, la habilidad política para moverse como los robalitos aguas abajo en las cañerías sucias.
Luego de varios días del boxeo en la arena pública, Nahle, ni tampoco su equipo, han contestado de manera específica, y con hecho, a Castagné.
Incluso, Nahle justificándose en frasecitas bíblicas de AMLO, el jefe máximo.
Los adjetivos calificativos en contra de Castagné se están agotando.

III (Puñado de sal contra ellos mismos)
El prestigio político, social y moral de Nahle está en juego.
Más cuando todavía está por verse (con todo y el triunfalismo guinda y marrón) su destino en las urnas.
En política, como en la vida, ningún aval más demoledor como los hechos.
Digamos, caray, que en los cinco años y tres meses y cacho del obradorismo jarocho, el caso de la mansión del Frac. El Florado ha alcanzado los más altos decibeles de “la purificación moral y la honestidad valiente”.
Entonces, podrán los morenacos, anexos y conexos, rafaguear a Arturo Castagné y a Pepe Yunes Zorrilla “por lloriquear en la prensa defeña” como dijo Nahle, pero mientras la respuesta sea a base de epítetos, las cañerías sucias continuarán escurriendo.
Y cada adjetivo calificativo de los Nahelistas será, es, un puñado de sal, en ningún momento contra los opositores, sino contra ellos mismos.

IV (Autoridad moral)
Por encima de todo, en un político (de igual modo, como en un ciudadano común y sencillo), nada está por encima de la autoridad moral.
Podrá un político, un funcionario público, asumir el poder total y absoluto.
Pero sin autoridad moral, nadie lo respetará.