Para en todo caso, multiplicar la fama de los dos.
“Acuérdate de Acapulco, María Bonita” y que Lara deseó componer en las playas de Acapulco… en vez, digamos, de en Veracruz.
Más, considerando que Lara “era más veracruzano que ‘La bamba’”.

DOS. “Yo me casaré con Agustín Lara”

María Félix siempre aseguró que viviendo en Sonora con sus padres, adolescente todavía, solía escuchar con las amigas cada noche el programa radiofónico de Agustín Lara en la XEW.
Y alguna vez exclamó profecía bíblica:
“Yo me casaré con ese hombre”.
Y casó.
Casi casi, como la leyenda de Cuasimodo de “La bella y la bestia”, filmada, por cierto, por Salma Hayek, de igual modo como también filmara la vida de Frida Kahlo, sin duda, la mexicana más universal y triunfante en Europa.
Por encima, incluso, en la fama, que el muralista Diego Rivera, su “panzón” como le llamaba.

TRES. Un piano en la suite nupcial

Fama pública que algunas veces Agustín Lara y María Félix llegaban a Veracruz de visita y se hospedaban en el hotel Mocambo.
Y en el hotel Mocambo, “El flaco de oro” pedía, siempre, la suite nupcial.
Además, un piano… para tocar y cantar a “La doña” mirando el Golfo de México a lo lejos y las palmeras y las gaviotas sobrevolando en la bahía en fila india y sintiendo la brisa marina.
Pero ambos, actores protagónicos, llenos de egolatría, vanidad y frivolidad, y soberbios, claro, dejaron la impresión de una relación, digamos, amorosa, por conveniencia.

CUATRO. Vivir el momento estelar

“Muchos amores, María bonita, habrás tenido” le escribió el gran “Flaco de Oro” a “La doña”.
Pero Lara, quien era una dama con las mujeres, también era tolerante y paciente y prudente.
Nadie dudaría de que bastaba y sobraba con tener a la estrella fulgurante del momento en su tálamo y vivir el momento de cada día y cada noche con intensidad volcánica.
El viejito del barrio lo expresa del siguiente modo:
“Lo bailado… nadie se lo quita”.
Con todo, muchas canciones de Lara fueron compuestas para trabajadoras sexuales.
Aquellas laborando, entre otros congales, en “La bandida”, propiedad de Graciela Olmos, la ex revolucionaria al lado de Pancho Villa y con su teniente fogoso.

CINCO. Las noches en la Casita Blanca

Fogosa “La bandida” pues, además, componía canciones, cantaba y tocaba la guitarra, se habría visto, mirado y admirado en Agustín Lara.
El gran pianista y compositor de la Cuenca del Papaloapan.
Aquel que en su Casita Blanca de Boca del Río solía recibir en la puerta de su residencia a los invitados y a cada uno obsequiaba una botella de champaña para consumo personal en la comilitona amical.

SEIS. Gran seductor femenino

Muchas mujeres tuvo Lara. Varios hombres María.
En una película se vuelve amante de Julio Alemán interpretando a un joven médico.
Y al mismo tiempo, amante de un hombre rico y productor cinematográfico quien le pone residencia con automóvil y chofer y una trabajadora doméstica.
El galanazo Jorge Negrete (famoso por el maltrato a las mujeres) fue su pareja.
El magnate francés quien le heredara al morir ochocientos caballos, una parte indicativa de caballos de carrera.
Pero de todos los amores, deseos y pasiones de María quizá, quizá, quizá, ninguno como con Agustín Lara.
En todo caso, consuelo para los jarochos que el músico poeta llegara tan lejos en la seducción femenina.