La muerte de niños, jóvenes, mujeres y ancianos en la franja de Gaza.
Digamos, como en aquel tiempo cuando montón de enviados especiales a las guerras en América Central enaltecían el mejor periodismo de todos los tiempos.
Contando historias del lado de la gente, los ciudadanos comunes y sencillos, las víctimas número uno de la violencia institucionalizada.

ROMPEOLAS: Cierto, están publicando crónicas escritas, en su mayor parte, por reporteros del periódico “The Independent”.
Entre otros, Chris Stevenson, Mohamed R. Mihawish, Tom Bennett, Kim Sengupta y Joe Middleton.
Shweta Sharma, Bel Trew, Wafaa Shurafa y Basem Mrque.
Un extraordinario, singular, excepcional, ejercicio periodístico.
Y además de una rigurosidad informativa, la pulcritud literaria.
El reportero que con todo y el tiempo en contra tiempo se reserva para pulir y volver a pulir un texto con palabras y frases secas, explosivas y enérgicas como afirmaba Octavio Paz Lozano en carta a jóvenes escritores.

ARRECIFES: En estos días de la tragedia palestina cuando los hospitales, escuelas, guarderías e iglesias son bombardeas con toda la saña, barbarie, alevosía, ventaja y premeditación, los cronistas de “The Independent” y “La Jornada”, ahí se mantienen, inalterables.
Exponiendo la vida pues varios trabajadores de la información la han perdido.
El mejor periodismo y que, desde luego, se extraña en México y América Latina.

ESCOLLERAS: Cada día, la conseja popular es recortar las páginas de “La Jornada” con tales historias.
Listas para releerse cuantas veces sea necesario y estudiar y volver a estudiar la técnica literaria con que son escritas para reaprender el oficio.
Está probado que la escuela ideal de periodismo está en la lectura de crónicas y reportajes publicados, primero, en un periódico, y luego, recopilados en libros memorables y citables.
Digamos, como aquel libro clásico de Carlos Monsiváis Aceves intitulado “A todos les consta” y en donde analiza y escudriña montón de textos periodísticos y literarios.

PALMERAS: Nada más enriquecedor como reportear a la gente.
A la gente común y sencilla.
Los ciudadanos de a pie.
La madre de familia, el ama de casa, el obrero, el campesino, el indígena.
El obrero fletando la espalda en la chamba y exponiendo la vida.
Allá los políticos se intriguen, calumnien, difamen, injurien y hasta se maten entre sí para adueñarse del poder político, sinónimo del poder económico y social.
El reportero al lado de las personas, las víctimas.
Por eso, la riqueza periodística, social y moral de los periodistas comisionados en la guerra de Israel contra Gaza.
Una guerra de un ejército poderoso, el israelí, en contra de la gente humilde y sencilla y que se ha vuelto.

PLAZOLETA: Gracias a La Jornada por esta cobertura fuera de serie.
Incluso, “con el tiempo y un ganchito” bien pudieran integrar las crónicas y reportajes en un libro de su editorial.
Más, por la vigencia del conflicto entre Israel y Palestina y que, entre otras razones de peso y con peso, llevara al Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, y en el siglo pasado, a escribir un libro de crónicas con su hija Morgana como fotógrafa.