Canastas navideñas
**Pero de medicinas
**Gran regalazo
UNO. Botiquín en casa
Los correos, WhatsApp y redes sociales se están llenando de una curiosa promoción de canastas navideñas.
En ningún momento, digamos, de la tradicional. Los antojitos, el jamón envinado, dulcecitos para los niños y botellitas de licor para navidad
y fin de año.
Es una despensa con la mejor variedad de medicinas para enfermedades quizá de todo tipo.
Y tiene como destinatario a las personas de la quinta, sexta, séptima y octava década.
Casi casi, un botiquín para consumirse en el resto del año.
DOS. Las peores enfermedades
La canasta navideña médica fue elaborada con la asesoría de un doctor en medicina general, quienes suelen conocer las peores males concitados en la edad adulta y senil.
Desde los más conocidos y comunes, como por ejemplo, la presión arterial alta y baja, la artritis, los dolores musculares, los dolores de cabeza, los trastornos del intestino, las calenturas imprevistas, el estreñimiento, los vagidos y la pérdida del equilibrio.
Pero también, y hasta con receta de por medio, medicinas para el mal de Parkinson y el Alzheimer, y que como se sabe, los primeros indicios sobrevienen cuando empiezan a olvidarse las cosas, las fechas, las personas y los hechos.
TRES. Combatir la depresión
La canastita médica también considera pastillitas (y hasta tratamiento médico por escrito) para combatir la más feroz, intensa y volcánica enfermedad como es la depresión.
El médico dice que de cada diez personas de cincuenta años en adelante, nueve, mínimo, suelen caer en la depre.
Si el marido anda por ahí “oliendo la leña de otro hogar”, la depre.
Si el hijo se divorcia, la depre.
Si el hijo queda desempleado, la depre.
Y si murió un pajarito encerrado en su jaula colgada en el patio, la depre.
CUATRO. Caridad solidaria
Las amigas de la zumba, la manualidad, el desayunito de cuatro horas y el cafecito en la tarde tibia están circulando la promoción de la canastita médica porque, afirman, se trata de un acto de caridad solidaridad en las horas desventuradas.
Se basan en un principio universal:
Antes, mucho antes, la vida giraba alrededor de restaurantes, cenas amicales los fines de sábado, quizá la disco, acaso hasta las casas de juego para apostar.
Ahora, la vida se centra en el consultorio médico, en la farmacia y en el hospital tratándose de una intervención quirúrgica.
Entonces, nada como el botiquín en casa.
CINCO. Canastas para repartir
Unas amigas ya compraron su canastita. Incluso, y de acuerdo con las versiones, adquirieron dos y tres.
Una, para ellas y sus parejas. Otra, para sus padres. Y otra, para las tías.
Es más, desde ahora las entregaron a los destinatarios diciéndoles que se trata de un regalito navideño.
Y, claro, con la explicación consabida para tener el consuelito de una farmacia a la mano.
Se trata de un gran obsequio en el tiempo difícil de la economía con el poscovid, la recesión y la inflación galopante y que ninguna autoridad, por cierto, interviene para frenar el tsunami de los precios.
SEIS. Gran regalazo
Antes se decía que el mejor regalo navideño era un libro.
Las feligresas de la iglesia católica y apostólica obsequiaban un rosario y bendecido por el Sumo Pontífice.
Y nada mejor como esperar el año nuevo en el bulevar y el malecón con la mejor euforia posible. Y hasta haciendo el amor en la playa, a la orilla del Golfo de México.
Pero, bueno, cada quien sus creencias, hábitos, costumbres y necesidades, tremendo regalazo la canasta navideña médica.