Huía. Huyó.
En 20 de mayo del año 20212, quizá en el transcurso de la noche, asesinó a dos mujeres.
Una madre, Gabriela N., de 45 años. Y a su hija, de 20 años.
La madre, conserje en la escuela “Unión Femenina Iberoamericana” en la colonia Pocitos y Rivera, en la ciudad jarocha.
Y al mismo tiempo, amante de Raúl C. H.
El 21 de mayo, un día después, hacia las 7:30 horas de la mañana, los profesores descubrieron el par de cadáveres en la explanada de la escuela.
Raúl C. H. vendía muebles de casa en casa, de calle en calle.
Era, caray, un hombre violento. Machito puro.
Y era intenso y volcánico, imaginativo con los celos, celoso huracanado y turbulento, la conserje había terminado la relación.
Pero Raúl C. H., dueño del día y de la noche y de la vida de Gaby que se creía y sentía, la amenazaba de muerte a través de mensajes de texto.
Y la tenía azorrillada.
Azorrillada también la hija.
Mejor dicho, temerosas de sus vidas.
Las asesinó a golpes.
Y luego, se fugó.
Y durante once años se la pasó huyendo.
Desde entonces, la Policía Ministerial seguía sus pasos.
Y algunas veces se aproximada cuando, caray, Raúl C. H. había cambiado de domicilio y quizá hasta de nombre.
El asesino, boletinado en las Policías Ministeriales de todas y cada una de las entidades federativas.
Dando seguimiento al doble feminicida.
El jueves 23 de noviembre lo descubrieron.
En Ecatepec, en el Estado de México, se escondía.
Y allá le cayó y de sorpresa, claro, la Policía Ministerial de Veracruz y con auxilio de la Policía Ministerial de Edomex.
El mismo jueves fue trasladado por carretera al puerto jarocho y está detenido a disposición del Juez de Primera Instancia (Notiver, noviembre 24, Sucesos).
Acusado de dos feminicidios.
La madre y la hija.
Todo, caray, por los mendigos y desgraciados celos.
Celos posesivos.
“Eres mía o de nadie”.
Once años después, la justicia llegó.
Tarde, pero llegó.
En un Veracruz campeón nacional en secuestros, desapariciones, feminicidios y fosas clandestinas.
¡Hosanna, hosanna, por la Policía Ministerial (PM) del Estado de Veracruz!
Antiguos servidores públicos.
Policías expertos y experimentados.
¡Aplausos, aplausos!, pediría el cómico.

II (Fe y esperanza en la justicia)
Once años después, la PM detuvo al doble feminicida.
De entrada, y como hipótesis universal, significaría que los feminicidas del año 2019 en Veracruz, el primero del sexenio guinda y marrón, serían aprehendidos, quizá, quizá, quizá, en el año 2030.
Pero, bueno, y más allá de las malas entrañas, bien podría darse, digamos, el año entrante, y/o en el transcurso del próximo sexenio.
Tengamos, entonces, fe y esperanza.
Una fe inconmovible.
“Y a prueba de bomba”.
Malo un Veracruz en el ranking nacional de feminicidios.
Malo un Veracruz con una errática política de seguridad pública.
Malo un Veracruz con una impunidad descarrilada.
Y aun cuando rara, extraordinaria ocasión “una golondrina hace verano”, lo decía Superman, “todo es posible”.
Más, cuando en el tercer informe de gobierno, parece, la autoridad estatal aseguró en Tlacotalpan que “aquí las mujeres pueden soñar”.
Claro, por ahora, soñando con la incertidumbre, el sobresalto y la zozobra.
Caray, la ONU, Organización de las Naciones Unidas, asegurando que hay más de siete mil cuatrocientos desaparecidos, entre ellos, número incalculable de mujeres.
Y la semana que termina hoy, la ONU, de nuevo, reiterando que los desaparecidos siguen.
El simple hecho de más de treinta Colectivos, integrados con padres con hijos y parientes secuestrados, desaparecidos, asesinados y enterrados en fosas clandestinas, deja testimonio de la apabullante realidad real existente.
Por más y más que en el otro lado, el gobierno del Estado tenga, ajá, otros datos.
“Fe en Dios y adelante” exclamaban en el siglo pasado los Cristeros del centro del país en su lucha en contra de Plutarco Elías Calles.