El simple hecho de que el cuarteto de aspirantes a la candidatura presidencial de MORENA y del trío de suspirantes a la gubernatura de Veracruz haga campaña electoral partidista y desempeñando el cargo público en funciones significa deshonestidad.
Simplemente, porque utilizan el cargo público para promoverse.
Y con la bendición desde “La mañanera”.

DOS. Estando bien con dios…

Según ellos, únicamente se promueven los fines de semana, ajá.
Pero al mismo tiempo, “veinte y las malas” que los otros días de la semana los utilizan, con los suyos, para la planeación de los eventos partidistas finsemaneros.
Y como el jefe máximo lo permite, entonces, “en el país de un solo hombre”, los siete morenistas “se crecen al castigo”.
Ya se sabe, estando bien con el dios terrenal, allá los querubines y ángeles se emberrinchen.

TRES. Tráfico de influencias

Nunca ha sido igual (ni será) que los aspirantes a la nominación renunciaran a los cargos públicos para buscar por la libre el supremo Dedazo del jefe máximo… a que lo hicieran sin el puesto gubernamental.
Más, por el tráfico de influencias y el conflicto de intereses de las partes.
Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Ricardo Monreal y Claudia Sheinbaum, desde su palestra.
Y Sergio Gutiérrez Luna, Manuel Huerta y Rocío Nahle, desde su mirador político.
Muchos meses llevan en campaña partidista encaramados “en los cuernos de la luna”, sintiéndose y creyéndose los mesías enviados a la tierra por Ser Superior.

CUATRO. Pura patraña…

Meses anteriores, Marcelo Ebrard anunció estar dispuesto a renunciar a la secretaría de Relaciones Exteriores, SRE, para buscar el favor de la dichosa encuesta partidista.
Pero…, siempre lo condicionó, a que renunciaran los otros tres.
Y, claro, ninguno hizo el paro.
Y Ebrard continúa trepado en el poder de la política diplomática.
Tan sencillo que era renunciar a la SER obligando a los demás a dejar la secretaría de Gobernación, la senaduría y la jefatura de Gobierno en la Ciudad de México.
Y, claro, a los aspirantes en Veracruz para dejar la secretaría de Energía, la delegación federal y la diputación federal por el estado de México.

CINCO. Nada de honestidad valiente…

Por eso, en el grupo de los Siete obradoristas, la corrupción cínica y descarada.
¡Qué integridad ni que ocho cuartos! ¡Qué purificación moral!
Los veintidós gobernadores guinda y marrón del país, dichosos y felices.
También los legisladores federales de MORENA.
Pasado un ratito ya lo validaron y miran la ambigüedad de los Siete como un hecho natural.
Claro, cada tribu gobernante impone el estilo personal de ejercer el poder y gobernar.
Hoy, AMLO, el presidente, así lo ha dispuesto y como reza la canción, “donde manda capitán no gobierna marinero”.

SEIS. Cada uno su código de ética

Pero más allá de la idolatría y la admiración y el respeto por el jefe máximo cada uno tiene su código moral, sus principios y valores y formaciones y deformaciones.
Y “a ojo de buen cubero”, lo íntegro, lo honesto es que desde hace ratito los Siete Aspirantes y Suspirantes de MORENA a la presidencia de la república y la gubernatura de Veracruz presentaran sus renuncias al cargo público desempeñado.
¡Vaya, usurpadores del poder!