Antes, mucho antes, de quedar condenados, digamos, y en caso de reprobar, a estudiar en la UPAV, Universidad Popular Autónoma de Veracruz, fundada por Javier Duarte, el político preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México.
Antes, mucho antes de que pudieran, en caso de poder la economía familiar, inscribirse en una universidad “patito” y de las que tanto abundan.
Antes, mucho antes de quedar un año sin estudiar apostando al año siguiente.
De los 35 mil jóvenes, la UV únicamente admitirá a 18 mil 74 (setenta y cuatro).
Los demás, 16 mil 926 (novecientos veintiséis) quedarán fuera.
Quizá un milagro para unos cuantos con la famosa lista de corrimiento.
Pero la mayoría, fuera.
Cardiaca espera.
Por fortuna, en el próximo ciclo, todo indica de acuerdo con Pitágoras, el número de aspirantes excluidos será menor a otros años cuando más de veinte mil chicos quedaban fuera.
El resultado será dado a conocer el treinta de junio.
Y ni modo, los 35 mil jóvenes estarán dando duro y macizo a sus conocimientos sin acercarse al Festival de Salsa que ayer inició en Boca del Río.
La vida, pues, con sus prioridades.
Se trata de la misma coyuntura, la misma pesadilla, el mismo fantasma de cada año en la UV y que el año entrante, 2024, cumplirá ochenta años de vida.
De aquellos tiempos en el siglo pasado cuando “los porros” y sus líderes inscribían “a la fuerza” a los estudiantes y bastaba la recomendación de un funcionario público del gobierno del Estado para ser incluido... a los tiempos actuales cuando desde Rafael Hernández Villalpando como Rector (ahora diputado federal por MORENA y por segunda ocasión), ningún recomendado era aceptado.
Y si el muchacho reprobaba el examen de admisión, reprobado quedaba.
La universidad pública, como todas en el país, rebasadas por una población juvenil creciente, imparable.
Pero más aún, por la miseria, la pobreza y la jodidez de la mayoría de los padres de familia.
Incapaces para ofrecer a los hijos una educación superior, digamos, en universidad privada y con buen nivel.
Incapaces de ofertar a los hijos cursar la carrera, digamos, en el extranjero.
Cada año, en la UV, la terrible y espantosa desigualdad económica y social, además.
La gran apuesta, el sueño, la ilusión, la utopía, vaya, está en aprobar el examen en la UV.
Pero ni modo, ya el presupuesto limitado...
La incapacidad para crear plazas académicas...
La incapacidad para ampliar y construir instalaciones escolares...
Y dotarlas de equipo y laboratorios...
Y, claro, ofertar plazas burocráticas... la UV reducida, achicada, en la posibilidad de admitir a los 35 (treinta y cinco) mil muchachos aspirantes y suspirantes.

II (Universidades achicadas desde el poder)
El rechazo de los casi 17 mil jóvenes en la UV manifiesta la crisis del sistema de educación superior.
La gran batalla de la ANUIES, que aglutina a las universidades y tecnológicos públicos de la nación, ha sido, es, será, por un aumento en el presupuesto estatal y federal, más federal, para todas y cada una.
La batalla que, incluso, ha llegado al Congreso de la Unión para cabildear la posibilidad.
Todavía más: la batalla personal de algunos rectores en diálogo directo con el presidente de la república como fue el caso en momento estelar del digno Rector de la UV, doctor en Economía, Raúl Arias Lovillo, con el presidente Felipe Calderón Hinojosa.
En contraparte, todo indica, primero, la decisión federal de privatizar (más, mucho más) la educación superior.
Segundo, el rafagueo de “La mañanera” con AMLO, el presidente, en contra de la UNAM.
Y tercero, la creación de cien universidades obradoristas de norte a sur y de este a oeste del país, nueve de ellas en Veracruz.
Las universidades públicas limitadas y achicadas, ni más ni menos, desde el poder público.
Los dimes y diretes en cada sexenio entre el góber en turno y la Rectoría de la UV, por ejemplo, para cumplir “en tiempo y forma” con las obligaciones, caray, hasta fiscales.
Un atolladero educativo del que todavía habrán de escribirse muchos capítulos.
Más a partir del vaivén político sexenal.