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Martes 30 mayo, 2023

¿Vale la pena…

**Ser reportero?
**Nada cuesta soñar

UNO. ¿Vale la pena ser reportero?

Hay días como hoy cuando el tecleador se pregunta si existen razones para ejercer el periodismo.
Si vale la pena escribir noticias informativas sin conocer el efecto social en un lector, en un núcleo de lectores.

Luis Velázquez

Si tiene razón de ser contar las historias como son, aunque sean ríspidas, duras y rudas, digamos, para las tribus gobernantes, soñando, esperando, deseando quizá que el texto pudiera tener un efecto social positivo para un pueblo, una comunidad, una aldea.

DOS. La historia de Proceso

Desde la última semana del sexenio del presidente Luis Echeverría Álvarez con todo y su golpe de Estado en contra de don Julio Scherer García, la revista Proceso se ha ocupado con precisión y puntualidad de los grandes pillajes y latrocinios de los políticos.
Y mucho se duda hayan tenido (tengan) una consecuencia social, digamos, para purificar la vida pública.
Pero más todavía, para enaltecer la calidad de vida de la población, la gente en la miseria y la pobreza y la jodidez.

TRES. Periodista asesinado

Sabrá el viejito del barrio si el llamado periodismo crítico (mejor dicho, aquel que cuenta las historias como son) habrá logrado en la historia nacional que las pillerías de los políticos hayan disminuido, achicado, limitado.
Y mucho se duda porque en cada nuevo sexenio suelen aparecer políticos y familias enriquecidas.
Y a la sombra del poder político y que al mismo tiempo significa poder económico y poder social.
Don Manuel Buendía publicaba su columna “Red Privada” en unos veinticinco, treinta periódicos de la república y siempre exhibiendo a los políticos.
Y nunca logró, digamos, la purificación moral. Por más y más documentadas sus columnas.
Por el contrario, en el segundo año del sexenio de Miguel de la Madrid fue asesinado por la espalda, siempre se afirmó, por órdenes de un alto funcionario de la secretaría de Gobernación presidida por Manuel Bartlett Diaz, director ahora de la Comisión Federal de Electricidad.

CUATRO. La política sigue igual o peor

Se escriben y publican noticias retratando a las tribus políticas sórdidas y siniestras y nada trasciende.
Y el reportero se vuelve incómodo con el riesgo de un atentado, un secuestro, una desaparición, un asesinato, una fosa clandestina.
Y la familia del periodista queda a la deriva social.
Y lo peor, la vida pública sigue igual o peor.

CINCO. Pueblo jodido

En su tiempo, los grandes periodistas de la historia.
Ricardo Flores Magón, Filomeno Mata, Ignacio Ramírez, El Nigromante, Ignacio Manuel Altamirano, Francisco Zarco, Martín Luis Guzmán, Marcué Pardiñas, Manuel Buendía, Julio Scherer García, Vicente Leñero y Mario Renato Menéndez Rodríguez, entre tantos otros, practicando un periodismo íntegro, apegado a la rigurosidad de los hechos.
Y el 95 por ciento fallecieron y de cualquier forma, la mayoría poblacional (seis de cada diez habitantes) siguen en la miseria, la pobreza y la jodidez y viviendo con sobresaltos por la incertidumbre y la zozobra en la seguridad y la procuración de justicia.

SEIS. Nada cuesta soñar

Se dirá que ellos cumplieron con el oficio. Y fueron dignos y ejemplares.
Ok. Pero ningún resulta oficial con el periodismo ejercido.
Muchos de ellos perseguidos por las tribus gobernante (y hasta asesinados) para acallar sus plumas.
Y las familias, los hijos, las esposas, en la precariedad terrible y espantosa.
Los políticos, dueños del destino individual, familiar y colectivo.
Y los trabajadores de la información soñando que con contar las historias desgarradoras de autoritarismo y corruptelas transformarán sus vidas en favor de los desposeídos.


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