Equidad en casa
**Todos iguales
**Crianza de los hijos
ESCALERAS: El más bello, justo y humano día será, entre otras cositas, cuando las mujeres y los hombres compartan la equidad en casa. Y por añadidura, en la oficina, el taller, la fábrica y el surco.
Pero más, mucho más, en casa, y en las tareas del hogar. Pero sobre todo, en la crianza de los hijos.
El sicólogo del barrio dice que nada más equitativo que cuando el bebé está llorando a las dos y tres de la mañana, aprox., y el padre se levante a atenderlo.
Luis Velázquez
Más porque demasiada friega lleva a la madre en el día con día.
PASAMANOS: Más aún cuando en el país son raros, excepcionales, los maridos, las parejas, que de acuerdo con la ley superior pagan un salario a la mujer por trabajar en casa.
Desde luego, el hecho de que el marido se levante en la madrugada para atender al bebé en todo y con todo, hasta preparar la mamila para su lechita, implica que de manera previa la pareja le enseñe y aprenda.
CORREDORES: Y, claro, la enseñanza de la mujer al hombre ha de ser, será, universal.
Por ejemplo, aprender a bañar al niño y a dar las medicinas, Y a darle de comer en la boquita.
Desde aprender a tender las camas y tenderlas bien hasta aprender a guisar y barrer pasar jerga.
Incluso, hasta lavar la ropa que la carga de la chamba la hace la lavadora, pero pendiente ha de estarse.
Es más, considerando que en la crianza de los hijos y el cuidado de la casa para tener siempre una casita limpia, ordenada, pulcra, el trabajo entre la pareja debe alternarse.
En nombre de la equidad.
BALCONES: Cierto, el marido trabaja en las habituales ocho horas de la jornada laboral.
Pero la mujer tiene, por el contrario, un horario extenuante. Más, cuando se están criando los hijos. Y más, si son varios hijos. Montón de hijos. Aquellas mujeres en el siglo pasado, quizá todavía en muchas regiones geográficas, que procreaban hasta una docena.
Simplemente, la friega de las mujeres en casa es más dura y ruda que la de los hombres en la oficina, el taller, la fábrica y el surco.
Incluso, hasta teniendo una trabajadora doméstica de planta, a la hora de la comida, por ejemplo, cada hombre bien puede levantarse de la mesa para servirse en su plato la comidita del día.
¡Basta ya de que la esposa lo haga que porque a ella le corresponde y/o la asistente doméstica y quienes mucho hacen en la casa asignada.
PASILLOS: Caray, hay hombres que agarran el sábado completito para estar con los amigotes.
Inician temprano la faena en el campo deportivo. De ahí a desayunar al restaurante. Luego, pasan a “la hora del amigo”.
Y de ahí se levantan medio briagos derecho, derechito, al centro nocturno y/o la casa de citas.
Y llegan a casa en calidad de “bultos” y hasta medianoche.
La esposa y los hijos esperando el día sagrado de descanso del padre.
El machismo en su más alto decibel.
VENTANAS: En el siglo XIX, el filósofo John Stuart Mill, planteaba un salario para las mujeres por el trabajo del hogar.
Pero el campaneo de la capilla de Stuart Mill nunca fue cumplido, pues el machismo se ha impuesto y sigue vigente.
La lucha femenina por la dignidad y la libertad todavía es larga y sobre un camino lleno de espinas, cardos y cruces en el cementerio.