El cadáver de un chico de 24 años de edad, Roberto Eduardo, arrojado a un pozo de agua en Misantla.
La inseguridad, la incertidumbre y la zozobra y la pesadilla en cada nuevo amanecer y anochecer.
Y en contraparte, y con todo y aquella famosa ley represiva del gobierno de la 4T conocida como Ley Ultraje, la policía de la secretaría de Seguridad Pública sigue atropellando, vejando, lastimando, golpeando y torturando a ciudadanos de a pie.
Es el caso de la odontóloga de Xalapa, Karen Rodríguez Fritz.
Tres policías la detuvieron en una gasolinera de Xalapa que por una infracción automovilística.
La golpearon.
La tiraron al piso.
La patearon.
La patearon en las piernas, brazos y senos.
Una mujer policía le puso las botas en los senos.
Se la llevaron al Cuartel San José.
La encerraron en una mazmorra con vómito y excremento.
Cucarachas y orines.
Y la torturaron.
Allí, en el Cuartel San José donde los policías han torturado a personas y han fallecido.
Uno de ellos, un chico cuyo cadáver fue paseado en el féretro en las calles y avenidas de Xalapa y plantado en la escalinata de la Catedral de cara al palacio del gobierno del Estado.
Actuaremos, dijo el gobernador (como siempre) en el caso de la doctora Karen Rodríguez.
Sean honestos pidió el secretario de Seguridad Pública a la corporación.
“Ta’gueno”.
Desde luego, han de esperarse programas para ver si actúan con prontitud y justicia y someten a proceso penal al trío de policías agresores de la doctora Karen.
Pero... ¡vaya destino social para la población en el tiempo sacrosanto de la 4T!
En un lado del ring, la miseria, la pobreza y la jodidez. El desempleo y el subempleo, los salarios de hambre y la migración a Estados Unidos.
En el segundo lado del ring, los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros, malandros y malosos, adueñados del destino social.
En el tercer lado, los policías represivos.
En el cuarto lado, y lo que nunca merece olvidarse, los más de mil doscientos ciudadanos encarcelados por órdenes de Cuitláhuac García Jiménez por insultar, agraviar, ofender y zaherir a policías.
Y aun cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación derogó la Ley Ultraje, el antecedente significa una de las peores manchas sociales de la izquierda de la 4T y manifestó el estilo personal de ejercer el poder del góber y los suyos.
Y en el centro del ring, su Majestad La Señora Doña Impunidad, campeona, invicta, inderrotable.
Bien decía Eufemio Zapata, el hermano menor del Caudillo del Sur, la silla del palacio está embrujada y hace levitar a la mayoría de los políticos que la ocupan.
El poder público, bien se sabe, saca a flote el peor autoritarismo individual y colectivo de la vida.
Trío de policías, entre ellos, una mujer, ultrajando la ley y el Estado de Derecho y las garantías individuales y los derechos humanos de la doctora Karen Rodríguez Fritz en Xalapa.

¡VAYA BIENESTAR SOCIAL!

La vida social y económica y de seguridad y salud y educativa y de procuración de justicia, ni se diga, con bajo, bajísimo desarrollo social, cercada por todos lados.
Cierto, mucha, muchísima culpa tienen los 78 (setenta y ocho) gobernadores antes del ascenso al poder de la 4T.
Pero cuando vamos en el quinto año del sexenio de la purificación moral puede hablarse ya, ya, ya, del desencanto y la frustración social.
Lo bueno es que la población aguanta mucho, demasiado.
Y en ningún momento se parece a los franceses, la mayoría insubordinada en las calles y avenidas de las ciudades urbanas y suburbanas en contra de la locura imperialista del presidente Emmanuelle Macron para ampliar la edad de la jubilación y reducir las prestaciones sociales.
Con todo, y ni modo, “aquí nos tocó vivir” y únicamente resta seguir empujando la carreta aunque esté destartalada.
Y pateando el balón.
Y remando la canoa.
Y caminando por otros zaguanes sociales.
Sería imperdonable dejar de soñar y dejar de seguir luchando diría Regis Debray, el filósofo preferido de Fidel Castro Ruz durante su dictadura en Cuba y que únicamente dejara más jineteras, incluso, hasta estudiantes universitarias.
La policía en Veracruz, aquella que en la teoría revolucionaria de la izquierda, está para garantizar (también establece el Estado de Derecho) la vida y los bienes, transfigurada en unos malandros.
Hay, claro, reporteros pillos.
También políticos pillos.
Y ni se diga, ministros de Dios pedófilos.
Y maestros acosadores.
Entonces, ni modo, policías represivos como parte de la rueda del poder.