Ni siquiera, vaya, echarse un cigarrito en medio de las cervezas y copitas y mariachis y tríos en las terrazas de Los Portales.
Tampoco en los espacios abiertos.
Quizá, porque fumar (“Fumando espero a la mujer que quiero”) causa más muertos que el COVID, por ejemplo.
El siguiente paso es que prohibirán (acaso ya) fumar en los moteles en el momento estelar llamado “El reposo del guerrero” con la pierna tendida sobre la pierna de ella.
Y segundo, el buen karma, anunciado por el Ejército y la Guardia Nacional.
La convocatoria para no salir de noche.
Ocho de la noche.
Nueve de la noche.
Diez de la noche.
Todo, por la masacre del Domingo Negro (22 de enero, matanza de una familia, 6 miembros, los padres y dos niños, en Las Bajadas).
El Ejército y la Guardia Nacional, con los retenes blindado las entradas y salidas de Veracruz y Boca del Río a carreteras y caminos.
En otros tiempos, claro, claro, claro, significaba casi casi Estado de Sitio.
Pero, bueno, ha de entenderse la lucha atroz, implacable, dura, contra la delincuencia organizada, los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros, malosos y malandros.
Más, mucho más, cuando el góber precioso de la 4T sigue denunciando (sin aportar pruebas concretas, específicas, lacónicas y macizas) que en Veracruz hay narcomunicipios, el último señalado, en Sayula de Alemán, donde, asegurara tanto la presidenta municipal como los ediles pactaron con los narcos y luego los traicionaron y comenzó la pelea estelar.
Así, tal cual, en Veracruz—Boca del Río, espejo y arcoíris del Estado de Veracruz, la sala grande de la entidad jarocha, los días nublados, pero también, los días felices y dichosos.
Prohibido fumar.
Prohibido, digamos, salir de noche.
Y si por ahí hay quienes lo hacen, vaya temeridad con la advertencia del Ejército.
Que su ángel de la guarda los acompañe y cuide en travesía nocturna.
Más porque dice el viejito del barrio, “la noche tiene más ojos que el día”.
Y porque en la noche, y a la vuelta de la esquina, en la madrugada, suele aparecerse el diablo, de igual manera como en el siglo pasado “La llorona”.
Total, y en el caso de la convocatoria para evitar salir en la noche únicamente recuerda como una prolongación sanitaria el par de años del coronavirus cuando ni siquiera estaba permitido asomarse a la ventana ni a la esquina.
Además, nada más fascinante que volverse un ermitaño.
En todo caso, ahí está la profilaxis de los celulares, las redes sociales, los tuitazos, los Facebook y los selfies para comunicarse con los demás.
Día llegará cuando los humanos ninguna necesidad tengamos de salir a la calle porque todo podrá hacerse y operarse desde casa.
Una vida sana, el mítico y legendario sueño, viviendo sin fumar y sin volverse un andariego como reza la canción, tan exitosa con Álvaro Carrillo, Pepe Jara, Víctor Yturbe, Mocedades y Vicente y Alejandro Fernández.

LOGRO DE LA 4T

Al paso que vamos, y si los carteles siguen predominando en la nación, entonces, la población habrá de vivir acuartelada en casa.
Incluso, si ya de por sí hay población laboral operando desde el domicilio particular, con el desarrollo tecnológico y la sobrevivencia, más, mucho más.
Cada casa será convertida en un centro de trabajo.
Es más, hasta con negocitos en el extranjero.
Hoy más que nunca, los cursos de posgrados, por ejemplo, por Internet y las redes sociales y los WhatsApp.
Ciudades cosmopolitas donde la más alta expresión del cariño, el afecto y el amor familiar y amical se alcanza por el Internet.
El Internet, facilitando en tierra fértil la única manera de amar.
Y desde luego, así como van las cosas, el único lugar para fumar sin cohibiciones ni prohibiciones será la casa.
El patio, el jardín de la casa.
Quizá dando vueltas en la calle.
Caminando alrededor del estadio, pues se corre el riesgo de que hasta en el bulevar quede prohibido fumar.
Acaso en los moteles lo permitirían.
Y a escondidas, en los balcones de los hoteles de cara al Golfo de México, pues con todo y prohibiciones la gente fumadora seguirá fumando.
Un nuevo mundo asoma sus narices por ahí.
El gran signo del Siglo XXI.
La foto de Ernesto El Ché Guevara fumando un habano de Cuba será borrada de la historia.
En todo caso, mera referencia del mundo que se fue, que se está yendo.
Pocos, excepcionales seres humanos morirán de enfisema pulmonar.
Ahora queda, restaría, sin embargo, el otro gran pendiente.
Reducir, estrechar, limitar, la venta, primero, de refrescos de cola.
Chiapas, primer lugar mundial en el consumo de Coca-cola.
Y luego enseguida, limitar, estrechar, reducir, la venta de licor.
Casi casi como cuando Lázaro Cárdenas del Río gobernaba el país y pactó con las empresas cerveceras la baja venta de cervezas en las regiones indígenas y campesinas y obreras porque ahí los trabajadores dejaban la mitad de la morrallita ganada en “la semana”.
Y ni modo, el fracaso de los cabilderos de las fábricas de cigarros en el Congreso de la Unión para evitar la Ley Antitabaco.
El mundo, caray, de la Gran Cuarta Transformación de la república llamada amorosa y humanística y franciscana.