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Escenarios
Viernes 27 enero, 2023

El hombre en el café

•Solo con un libro
•La vida se acaba

UNO. Un hombre en el café

Un viejo llega al café únicamente acompañado de un libro que está leyendo y el periódico del día.
Se sienta solo en el rincón que le parece el más inadvertido, digamos, para estar solo.
Pide un lechero y abre el periódico.

Luis Velázquez

Omite leer las noticias de política, tan desencantado que está de que cada sexenio las mujeres y los hombres del poder, más los hombres, sean las mismas caras con el mismo discurso y la misma venta de esperanzas ramplonas, baratas, demagógicas, insustanciales y populistas.

DOS. Política y policía, sinónimos

También se brinca las páginas de sociales y espectáculos. Y de economía y que nunca ha entendido, tan cerradas como están sus neuronas a los números.
Se detiene en la página policiaca. Más, porque entre la sección roja de los medios y la de información general hay una franja invisible, pues con frecuencia lo social deriva en lo policiaco y viceversa.
Por ejemplo, el ladrón jarocho de las tiendas Oxxo que ha robado cincuenta veces. El ladrón de una telesecundaria en Xalapa que la saqueado treinta ocasiones. La mujer policía de Córdoba secuestrada, ultrajada, asesinada y cercenada de los senos.

TRES. El país anda mal

Evade leer las noticias del covid, la recesión y la inflación.
Ha leído en los periódicos muchas, demasiadas, excesivas noticias sobre lo mal que anda el país y las mentiras se fermentan en sus neuronas viejas y de hecho y derecho le son indiferentes porque ningún caso tiene ocuparse de historias bíblicas y repetitivas.

CUATRO. La vida se acaba

Con todo, y lo que más le inquieta de la muerte es que algún día, pronto quizá, y antes de que el gallito histórico cante tres veces, ya no podrá comprar el periódico en el estanquillo de la esquina.
Y aun cuando le interesa y ocupa lo que sucede en el mundo la mortandad de niños en Somalia por hambre, los talibanes ordenando cubrir el rostro hasta de las maniquíes que porque su dios lo prohíbe, etcétera), la vida se acaba.
Y el tiempo de la lectura de la prensa pronto se volverá “un diálogo con las sombras y un tiempo del silencio” (Octavio Paz, Itinerario).

CINCO. Sabor a las palabras

Entonces prueba el lecherito y se ha enfriado. Y solicita al mesero una recalentadita. Y deja el periódico a un lado y abre el libro, los Poemas Completos de Constantino P. Cavafis que por ahora está leyendo.
Y lee con un lapicero con tinta azul para subrayar frases, oraciones, giros del lenguaje excepcionales, bien logrados, para luego volver a la lectura pues está comprobado que la verdadera lectura es la relectura, pues se le toma sabor a las palabras y a los contenidos.

SEIS. El dinosaurio de Monterroso

En la lectura de Cavafis, los recuerdos, los sentimientos, las imágenes, la nostalgia, vivencias, experiencias, le brincotean como caballos galopando en el carril y sueña en viaje esotérico con las utopías (el mundo inexistente), los planes dejados en el camino.
Luego, sentado en el café en aquel rincón a un lado de una columna, mirando el reloj que desde hace muchas semanas, mejor dicho, meses, está fuera de servicio como parte del folklore, se queda dormido.
Y se queda dormido preguntándose el paradero de los senos cercenados a la mujer policía en Córdoba.
Y en los diez, quince minutos dormido, suficientes para restaurar la energía, el sueño se vuelve una pesadilla.
Bien escribió Tito Monterroso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.


1 comentario(s)

Pedro Tiburcio Osorio 28 Ene, 2023 - 19:56
Saludos Luis

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