Si la naturaleza humana está llena de claroscuros, más de oscuros, en la política alcanza el más alto decibel. El dicho popular es descarnado: “Métete a política y sabrás el nombre de tu padre”.
Por eso, y de cara a la elección del candidato a gobernador de Veracruz en el año 2024, nada mejor como resumir las fortalezas y debilidades de los aspirantes y suspirantes.
En el caso de MORENA, el partido político en el poder, la decisión superior será en el mejor estilo priista, es decir, a través del Dedazo Presidencial, mucho más allá de las encuestas, pues ni modo de dejar a los ciudadanos de a pie la decisión estelar de un sexenio.
Y en el caso de los partidos opositores, allá ellos con sus arreglos, pactos y acuerdos, incluso, en lo oscurito.
En la cancha guinda y marrón, Rocío Norma Nahle García está en la cancha desde hace mucho tiempo.
Como parte de sus fortalezas, originaria de Zacatecas y en donde mandan los Monreal Ávila, llegó al sur de Veracruz, Coatzacoalcos, con los astros acomodados a favor.
Asesora externa de Pemex, pronto se reveló como una mujer de izquierda y se integró con las células sureñas.
Por ejemplo, se lanzó como candidata a un cargo de elección popular y, ni modo, perdió.
Y siguió remando la canoa hasta que Andrés Manuel López Obrador se cruzó en su camino y “antes de que el gallo cantara tres veces” fue ungida diputada federal, senadora de la república y secretaría de Energía.
Desde entonces, se creyó con el legítimo derecho de gobernar Veracruz.
Tan es así que la fuerza política obradorista le alcanzó para que el gobernador Cuitláhuac García Jiménez enviara iniciativa de ley a la LXVI Legislatura (y presionara) para modificar la Constitución Política del Estado de Veracruz cambiando las reglas del juego sucesorio.
Antes, por ejemplo, la Constitución local establecía que para ejercer el poder sexenal se habrá nacido en Veracruz y ser hijo de padres nacidos en Veracruz.
Ahora, con la llamada Ley Nahle, basta y sobra con unos años de residencia.
Y aun cuando los feligreses de la capilla guinda y marrón del Estado jarocho “se cortaron las venas” diciendo que la Ley Nahle beneficiaba a otros más, entre ellos, a Ricardo Ahued Bardauil, presidente municipal de Xalapa, y originario de Hidalgo, en la percepción ciudadana quedó la certeza de que su única destinaria era y es Rocío Nahle.
Su fortaleza número es formar parte del gabinete legal de AMLO. Y usufructuar su confianza. Y ejercerla a plenitud para acomodarse en el imaginario colectivo con sus clubes de fans y feligreses.
Incluso, le han creado la imagen de ser la favorita de AMLO para la candidatura.
Pero enfrente, y de cerca, el diputado federal por el Estado de México, Sergio Gutiérrez Luna, “le pisa los talones”.
Se ha vuelto gente del secretario de Gobernación, el tabasqueño Adán Augusto López Hernández.

FORTALEZA Y DEBILIDAD AL MISMO TIEMPO

La Ley Nahle es, digamos, una de las fortalezas de Nahle. Pero al mismo tiempo, una debilidad y un talón de Aquiles, por lo siguiente:
El hecho de cambiar la Constitución de Veracruz ex profeso, con dedicatoria concreta y específica mostró el autoritarismo. Y de lo que son capaces las tribus de MORENA para tratar de adueñarse del poder político y que al mismo tiempo es sinónimo del poder económico y social.
Pero, bueno, hecho consumado, ahí queda como testimonio del estilo personal de gobernar y ejercer el poder total y absoluto.
Avecindada en Coatzacoalcos, y que hoy significa su feudo y parcela de poder, también ha exhibido el autoritarismo (tipo priista) que la identifica.
Por ejemplo, fue el caso de la señora Eusebia Cortés, en la fama pública dueña de un changarro en la vía pública frente a la casa de Nahle y a cuya familia abastecía de las fritangas.
Entonces, primero la ungió Regidora en el Ayuntamiento, y después, diputada local.
En el sur, la fama pública de estar ligada con empresarios locales beneficiados con concesiones de obra pública.
Y el caso de su esposo, trabajador jubilado de Pemex con su historia incluída.
Ni se diga el activismo político y preelectoral para posicionarse más en las neuronas y los corazones de los ciudadanos de a pie en actos públicos y en donde el gobernador de Veracruz le ha tendido el piso.
En todo caso, y en nombre de la purificación moral y la honestidad valiente, nada más íntegro que renunciar a la secretaría de Energía para desplegarse en su operación preelectoral, y que, bueno, también habrían de separarse de sus cargos los otros aspirantes y suspirantes, como son Sergio Gutiérrez Luna y el delegado federal, Manuel Huerta Ladrón de Guevara, y los secretarios Eric Cisneros Burgos (SEGOB) y Zenyazen Escobar (SEV) soñando con la candidatura a Senadores de la República.

EL PRESIDENTE YA NO PUEDE DEJAR SUCESOR…

Otra fortaleza y debilidad de Nahle se llama Cuitláhuac García Jiménez.
El góber salsero, huapanguero y danzonero le ha puesto el comedor a sus órdenes.
Y también se ha declarado fans de Claudia Sheinbaum Pardo, jefa de Gobierno en la Ciudad de México para la candidatura presidencial.
Quizá, quizá, quizá, Cuitláhuac está con “hacha, calabaza y miel” en la doble jugada creyendo que así interpreta con lealtad y lealtad ciega la presumible voluntad de AMLO, el presidente... que porque Nahle y Sheinbaum son sus favoritas.
Pero como en política, dice el priista Jorge Uscanga Escobar, te acuestas en la cama y amaneces en el piso, si a Nahle se le cae vaya ridiculez para Cuitláhuac.
Y si también se le cae a Sheinbaum, Cuitláhuac deberá exiliarse en las Islas Fidji, en el otro extremo del mundo.
Ernesto Zedillo no pudo dejar heredero en el trono presidencial (Héctor Aguilar Camín, Nexos).
Tampoco Vicente Fox Quesada.
Tampoco Felipe Calderón Hinojosa.
Tampoco Enrique Peña Nieto.